Motor

Esta es la evolución del coche hacia la autonomía total

La prehistoria del coche autónomo ya la estamos viviendo. Estamos en un momento histórico sin precedentes mientras se termina de gestar lo que es el automóvil del futuro: el que es capaz de moverse por sí mismo, llevarnos de A a B sin que tengamos que intervenir, el que aparca solo y el que gasta lo mínimo posible. Desde el coche actual, el que tenemos aparcado en el garaje, hasta el coche autónomo del futuro hemos de pasar por cierto número de estaciones. Lo mejor es que ya iniciamos el camino hace años.

El coche autónomo tiene que lidiar con toda la realidad sin intervención humanaPara entenderlo todo, hay que comprender que el coche autónomo tiene que lidiar con toda la realidad sin intervención humana. Para ello necesita ir acumulando fases de desarrollo para los diferentes sistemas, algo que podemos entender como una gestación: empezamos a controlar tareas concretas que son transparentes al conductor, y poco a poco añadimos más capas de control y gestión, más complejidad, hasta que llega el momento en que el coche “deja el nido” y circula solo.

Primera fase de automatización

Podemos pensar en una primera fase de automatización hablando del control de velocidad, pero no, mucho antes de que estos sistemas estuviesen implantados y los equipasen miles de coches, ya existían automatismos para facilitarnos la vida. En concreto, tanto el ABS como el ESP incorporan “inteligencia” que toma el control por nosotros en caso de necesidad.

Mediante el ABS evitamos el bloqueo de las ruedas en frenadas bruscas, aumentando la seguridad a coste de un leve aumento de la distancia de frenado. Esto sucede de manera transparente para nosotros, porque nuestro único cometido es frenar a fondo en caso de peligro, nada más: el sistema hace los cálculos para regular la presión de frenado y evitar los bloqueos.

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Utilizando sus fundamentos y sus sistemas, el ESP es un paso más en la automatización de procesos, encargándose en este caso de corregir trayectorias potencialmente peligrosas (subviraje y sobreviraje, o como se diría coloquialmente, derrapajes). Decenas de veces por segundo, la centralita del ESP comprueba las velocidades relativas de todas las ruedas y las compara con las velocidades relativas teóricas que deberían tener según la posición del volante.

Cuando se detectan anomalías, el ESP tiende a asimilar las velocidades reales con las velocidades teóricas, y para eso frena o quita potencia a cada rueda de forma individual. De esta manera, sin nosotros tomar cartas en el asunto, se corrige algo tan complejo como una trayectoria equivocada. Parece poco espectacular, pero ese puede decir que esta es una primera fase de automatismo muy clara (y sí, también el control de crucero lo es).

Refinando los sistemas en la segunda fase de automatismos

Una vez tenemos esos sistemas desarrollados y funcionales, sin errores y bien probados, es el momento de pensar en su evolución: sistemas de frenada autónoma que tomen el control cuando el conductor no lo hace a tiempo son la evolución natural. Si además añadimos la posibilidad de girar el volante para esquivar el obstáculo si la colisión es inevitable, tendremos algo más en cuanto a seguridad y automatización).

Un control de crucero nos puede parecer algo muy avanzado, pero en realidad es un simple mecanismo de control de velocidad, que añade pequeños incrementos de velocidad, o aplica freno motor para mantener una velocidad constante preprogramada.

Un control de crucero adaptativo es otra cosa: no solo regula la velocidad, sino que utiliza el radar para controlar la distancia de seguridad (programable también) y adaptar la velocidad que lleva nuestro coche a la del vehículo que nos precede, de manera que si este aminora, nosotros también lo hacemos de forma automática. Nos podemos imaginar lo bien que estaría disponer de ese sistema más un sistema de adelantamiento automático, que fuese capaz de hacer la maniobra sin que mediase nuestra intervención.

Hacia el futuro autónomo

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Estamos muy cerca del mundo de coches autónomos que describimos en ocasiones, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Hoy disponemos de muchos automatismos que no notamos, pero de ahí a conseguir hacer una ruta completa sin intervención humana, en terreno “abierto”, todavía hay un buen trecho.

Debemos tener presente que cada vez más coches incluyen sistemas de control, como el sistema que detecta si nos hemos cambiado de carril de forma involuntaria; el que detecta si estamos fatigados (y nos aconseja parar o reducir la velocidad), y muchos más que se incorporan cada día. Por eso estamos en la prehistoria del vehículo autónomo, y nos queda poco para llegar a vivir esa historia.

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