Las lentes de contacto de visión aumentada como dispositivo del futuro para interactuar con sólo mirar
Uno de los retos a los que se enfrentan los fabricantes de dispositivos de realidad virtual y aumentada es hacer que los visores sean cómodos, pequeños, ligeros y discretos. En la búsqueda de esa comodidad hay empresas que van más allá de los visores, gafas, «cascos» y están investigando las posibilidades de las lentes de contacto visión aumentada. Estas lentillas serían más o menos como las convencionales –o, más bien, como los primitivos displays de baja resolución y pocos colores– pero, poco a poco, van mejorando.
La dificultad de la miniaturización
Una compañía llamada Mojo Vision lleva años detrás de esta tecnología, trabajando con oftalmólogos, optometristas, profesionales médicos e ingenieros del campo de la tecnología de varios campos. La principal razón es que estas lentes de contacto, aunque sean un gadget como tantos otros, serían consideradas un dispositivo médico y como tal requiere un buen número de aprobaciones y permisos antes de poder comercializarse. El hecho de que sea un dispositivo electrónico en contacto con órganos tan delicados como son los ojos es una buena razón para ello.
Parte del problema es que la electrónica genera calor, aunque sea poco. Por esto los ingenieros trabajan en formas de hacer que estos microscópicos dispositivos funcionen sin calentarse, lo cual no es trivial teniendo en cuenta que además de la electrónica y microchips necesitan de algún tipo de fuente de energía. De momento lo han solucionado con microbaterías de estado sólido y el uso de lentes escleróticas. Estas lentillas son rígidas y descansan sobre la esclerótica, la membrana blanca más gruesa y resistente de la capa exterior del globo ocular. Entre las dificultades de este montaje están mantener el ojo oxigenado y lubricado y no entorpecer la visión periférica.
Imágenes y sensores
Las imágenes se superponen sobre la escena real que está viendo la persona, como en otros dispositivos similares. Tras un análisis se puede añadir información –lo que se conoce como «realidad aumentada»– como, por ejemplo, la velocidad de un vehículo o de la persona si está corriendo, indicaciones con flechas para llegar a un destino, datos extra sobre objetos o rostros que aparecen en la zona de visión, etcétera.
Otra cuestión es cómo se controlan estas lentes de contacto. La idea con la que se trabaja actualmente es equiparlas con sensores de movimiento (acelerómetros, magnetómetro) de modo que la interfaz de usuario consista en una serie de gestos oculares: mirar fijamente para elegir, mover los ojos de un lado a otro, etcétera. Este mismo tipo de tecnología se usa en otros campos y en otros tipos de visores y resulta fácil de aprender y bastante precisa.
Demostraciones: de la teoría a la práctica
Aunque esta tecnología todavía está en sus primeras fases, la empresa ya cuenta con algunos prototipos y ha ido anunciando qué tal han ido sus pruebas. En una de ellas uno de los sujetos (el propio presidente de la empresa) se puso en los ojos una de las lentillas y fue probando durante varios días a alargar el tiempo que podía mantenerlas sin que resultaran molestas: primero una hora, después dos, etcétera. Según las mediciones de temperatura tras la primera sesión la temperatura de la zona donde se coloca la lentilla había aumentado 1°C.
En otra de las pruebas sobre su posible utilidad enseñaron cómo se podría realizar una compra en un supermercado combinando las lentes de contacto de realidad aumentadas y la ayuda de Alexa, el asistente inteligente de Amazon. Las lentillas funcionan mediante un procesador ARM Core M0, que incluye comunicaciones inalámbricas, de modo que también pueden conectarse con otros dispositivos que el usuario lleve encima. No fue una demostración real, sino más bien una demo de una «idea conceptual», pero poco a poco es como se van haciendo estos avances, aunque todavía quede un largo camino en su miniaturización, aprobación, fabricación y comercialización.
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