Coches voladores, ¿son una alternativa real?
La utopía del coche volador lleva con nosotros muchas décadas. Desde las series de animación como los Jetsons, pasando por franquicias tan recordadas como Regreso al Futuro, o películas como El quinto elemento, Blade Runner o menos conocidas, como Fantomas, llevamos mucho tiempo soñando con las autopistas aéreas y con escapar del tráfico rodado. Pero, ¿son una alternativa con garantías de hacerse realidad?
La idea del coche volador
El cine nos ha animado a pensar que, en el futuro, los coches serían voladores y no estarían sujetos a la tiranía del asfalto y sus limitaciones. Los vemos como vehículos con despegue vertical, con la apariencia de los coches tradicionales y con capacidad para flotar en el aire añadiendo capas y capas de “carreteras aéreas” a ciudades cada vez con mayor altura, pero ¿sería posible conseguir algo así con nuestra tecnología actual?
La respuesta corta es que no. El cine y la ciencia ficción plantean vehículos a día de hoy imposibles de reproducir, si bien es cierto que cada vez más empresas tecnológicas y de automoción destinan presupuesto para la investigación y desarrollo de soluciones aéreas. El caso es que las soluciones actuales se parecen más a gigantescos drones autónomos que a coches voladores.
Por ejemplo, Geely Holding Group Co. anunciaba hace pocas semanas que adquiría la joven startup Terrafugia, una empresa que tiene como misión crear coches voladores funcionales que “permitan un nuevo nivel de libertad personal“. En otras palabras, su foco está puesto en conseguir un vehículo volador práctico que abra nuevos horizontes en el transporte de personas en zonas urbanas muy pobladas, como por ejemplo en las megalópolis chinas.
Las dificultades son múltiples. Los coches voladores planteados son, en esencia, aviones o drones con un modo de vuelo completamente automatizado por lo que, en teoría, los conductores del vehículo no deberían necesitar una licencia de piloto para poder ser transportados. Pero eso implica un nivel de confiabilidad en el software, el hardware y todos los sistemas del vehículo extremadamente alto. Deben ser infalibles porque, ¿qué sucedería ante un fallo integral a cientos de metros sobre una concurrida avenida?
Otra dificultad análoga a la que sufren los coches autónomos tiene que ver con la legislación vigente y los cambios que se plantean imprescindibles para que ese tipo de vehículos sea una realidad. Tal y como analizábamos en un artículo específico sobre el tema, este tipo de vehículos deben regirse por reglas únicas, específicas y universales.
No cabe duda de que la idea de los coches voladores es muy sugerente, pero la realidad es que se ven, desde muchos sectores, con suspicacia. Como citan en The Verge:
Esto se debe a que los vehículos voladores, aunque tocan ese dulce punto retro-futurista, son ampliamente considerados como difícilmente factibles, o bien irrealizables, desde la perspectiva de la movilidad. La idea de llenar los cielos de nuestras ciudades con taxis aéreos tiene a muchos urbanistas y planificadores de ciudades aterrados. Y muchas de las compañías, incluidas Terrafugia, que están trabajando en esta tecnología son conocidas por generar altas expectativas y su escasa realización.
Como es lógico, toda gran revolución empieza con grandes promesas y grandes proyectos. Terrafugia planea disponer de taxis autónomos voladores en 2019, prácticamente mañana, y empezará a operar en os Estados Unidos (posiblemente en algún estado que lo permita legalmente). No obstante, escenarios como los que disfrutamos en la película Blade Runner nos quedan, aun, muy lejos en el futuro. O eso creemos hoy.