Cómo funciona el renting y para quienes puede resultar interesante

De gasolina, diésel, híbrido autorrecargable, híbrido enchufable, eléctrico puro… La variedad de tecnologías que actualmente se encuentran disponibles en el mercado de automóviles puede llegar a abrumar y dificultar la elección por una u otra a la hora de comprarlo. Si es tu caso, considera una opción más que te ahorra la decisión de cuál adquirir: alquilarlo. Con esta modalidad, estrenas vehículo, lo pruebas y, si te gusta, tal vez quieras comprarlo en función de las condiciones estipuladas en el contrato. Es una forma de conducir un coche último modelo que quizás no te puedas comprar en estos momentos. Y para las empresas y trabajadores autónomos, una vía para obtener ventajas fiscales y retener a los empleados.

El alquiler de un vehículo conlleva múltiples ventajas, como ahorrarte el desembolso de dinero inicial (o al menos, no supone tanta cantidad como con la compra) y no te afecta la depreciación del vehículo. Con el pago de una cuota mensual (perfecto para planificar tus finanzas personales), te olvidas de todos los gastos adicionales en mantenimiento, seguro y averías. Además, la tarifa al mes, generalmente, es más baja que la letra de un préstamo bancario.

No importa cómo evolucionen las tecnologías, con un alquiler, cada pocos años, te da la posibilidad de actualizar tu vehículo con el modelo más avanzado y experimentar con algo completamente diferente si así lo deseas. Y te permite conducir un vehículo más lujoso que de otra manera no podrías pagar.

Como suele suceder, el alquiler de un vehículo también supone algunas desventajas que debes tener en cuenta. Por ejemplo, no eres propietario y no acumulas capital como cuando te compras una casa. Normalmente, los contratos de alquiler limitan el número de kilómetros y si lo excedes te cobran.

Existen dos modalidades de arrendamiento, renting y leasing. Grosso modo, la diferencia entre ellas es que, con el leasing, una vez finalizado el contrato, te dan la opción de comprar el vehículo. Con el renting no se ofrece esa alternativa. Si te encaja la compra del coche, pagas el valor residual, es decir, el valor que tiene después de haberlo utilizado, descontando las mensualidades pagadas hasta el final del leasing.

El arrendamiento de un vehículo interesa a quienes no disponen de mucho dinero ahorrado, pero sí pueden hacer frente a una cuota mensual. A los que no pueden pagar una letra al mes elevada, el renting te da la tranquilidad de que incluye todos los gastos excepto el combustible. Las multas, si te las ponen, también tendrás que abonarlas de tu bolsillo, si bien algunos contratos de renting, como el de Volvo, se encargan de gestionar varias multas para evitar su pago (6 recursos gratuitos al año por coche, en el caso de Volvo).

Volvo Renting, además, incluye la matriculación, asistencia en carretera a cualquier hora del día o de la noche, mantenimiento integral del vehículo, el cambio de neumáticos, seguro y vehículo de sustitución. Para empresas y autónomos es una opción atractiva porque permite deducir la cuota mensual como gasto en el Impuesto de Sociedades, entre otros beneficios fiscales.

Un vehículo de renting puede ser una buena opción para quienes no superen cierto número de kilómetros al año. Si conduces mucho y superas los kilómetros contratados, puede ser más rentable para ti comprar el automóvil. Así que toma la calculadora y compara los gastos que tendrás si optas por un renting frente a los de una compra.

Para quienes no tengan clara la compra de un coche eléctrico híbrido o eléctrico puro, que son más caros que los convencionales, ten en cuenta que el renting te permite probar este tipo de coches mientras el mercado continúa evolucionando.

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