Las “rutas más seguras” no siempre son las más rápidas o directas, pero se pueden calcular de forma precisa

Lo más rápido no siempre es lo más seguro. Partiendo de esta premisa, unos investigadores de la Universidad de Cardiff en el Reino unido han tenido una idea ingeniosa: utilizar los métodos matemáticos que actualmente se emplean para calcular las rutas de los mapas de los navegadores de los coches para calcular las rutas más seguras para circular, además de las tradicionales “rutas más rápidas” o “rutas más directas” que son las que generan los algoritmos actuales.

La idea es que puede ser mejor tardar un poco más, pero ir por calles y carreteras seguras y en buen estado, que ahorrarse unos minutos, pero hacerlo por rutas que se saben inseguras, por ejemplo, porque en las bases de datos de información pública conste una siniestralidad elevada. Los algoritmos matemáticos que emplean tienen incluso en cuenta el número de pasos de cebra y semáforos en cada calle, el estado del pavimento y los límites de velocidad –información que suele estar disponible y podría incorporarse sin mucho trabajo a los mapas actuales.

Los investigadores de momento han hecho pruebas en 15 ciudades británicas, incluyendo Bristol, Liverpool y Manchester. Un dato relevante con el que se alimentaron las bases de datos fue el de la siniestralidad de los peatones. Aunque no se sepa con certeza lo que sucedió en cada accidente en el pasado, dadas dos opciones similares parece que siempre será mejor circular por una calle en la que nunca se ha producido un incidente, que hacerlo por otra similar que quizá sea más propensa a que la gente cruce por donde no deba o en la que los pasos de peatones quizá sean poco visibles o estén mal señalizados.

En los datos se veía por ejemplo que Liverpool tenía las carreteras más inseguras, mientras que Bath era la zona más segura. En España, por ejemplo, la Dirección General de Tráfico publica periódicamente una lista de puntos negros de las carreteras que cualquiera preferiría evitar de ser posible –aunque esa lista parece que no se actualiza desde 2014.

Esta idea se aplica con otros fines actualmente, por ejemplo, en los navegadores de los smartphones que ofrecen las “rutas con mejores paisajes” frente a las “rutas más rápidas” o en las rutas para ahorrar combustible. Las variables son muchas y en realidad se trataría de decirle al algoritmo para qué valor o valores se quiere optimizar.

Aunque los investigadores de Cardiff creen que esta idea podría convertirse en un “producto” al estilo Google Maps y ayudar a evitar accidentes e incluso salvar vidas, quizá simplemente el concepto sirva para animar a los servicios actuales de mapas y navegación a incorporar esos datos y añadir la opción como una más: suena suficientemente interesante como para que mucha gente la pudiera preferir: unos pocos minutos más de viaje a cambio de una mayor seguridad.

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