Una de las mayores amenazas para el coche autónomo es… la limpieza

La limpieza del coche autónomo podría convertirse en un verdadero quebradero de cabeza para sus propietarios en un futuro cercano. Parece chocante que uno de los mayores “peligros” a los que se podría enfrentar el vehículo autónomo fuese el de mantener impolutos todos los sensores y cámaras de vídeo empleados para interactuar con el entorno. Sin embargo, dado que esos sensores y cámaras son extremadamente importantes para la adquisición de datos fiables que lleven a reacciones dentro de lo esperado, la opción más segura es recurrir al lavado a mano.

Y es que los túneles de lavado no se caracterizan por su suavidad de operación, siendo capaces de arrancar las piezas exteriores de cualquier coche si no se repliegan o retiran a tiempo. Imaginemos lo que le puede suceder al LIDAR en caso de sobresalir de la carrocería (algo que sucede ahora en los modelos de pruebas), o el maltrato que pueden sufrir los sensores de las cuatro esquinas del vehículo. Pero, aun en el supuesto de que nada sufra daños físicos, un túnel de lavado puede dejar sobre esos elementos restos de jabón seco, marcas de agua, o incluso puede no limpiar adecuadamente la suciedad.

Dependerá mucho del túnel de lavado (o del tren de lavado, en su caso), de su estado de conservación y de muchos otros factores. Por ello, lo más razonable es que el coche autónomo revitalice el negocio del lavado a mano, con mimo y con productos específicos para la óptima limpieza y conservación de los elementos vitales para el vehículo.

El cuidado de los sensores, vital en el coche autónomo

El polvo, el barro, los insectos, las gotas de agua… todos esos elementos que, con una limpieza tradicional (con manguera a presión o en un túnel de lavado) se eliminan de la superficie del coche y de las cámaras de asistencia al aparcamiento sin mayor problema, resultan ser un quebradero de cabeza en el coche automatizado.

En el caso de nuestro coche habitual, que la cámara que nos ayuda a aparcar puede estar ligeramente sucia, o que tenga motas de polvo que distorsionan levemente la imagen no significa nada. La imagen será de peor calidad, pero seremos capaces de guiarnos sin problema. Y, posiblemente, un coche autónomo pueda interpretar correctamente imágenes distorsionadas (las recogidas por las cámaras de alta resolución) hasta cierto punto, pero también podrían surgir falsos positivos que lleven a decisiones erróneas.

En el caso del LIDAR, la cosa se complica. Este dispositivo basa su funcionamiento en la emisión de millones de pulsos de luz láser por segundo. Estos pulsos láser rebotan en los objetos del entorno y se reciben en los sensores correspondientes. Con los datos recibidos y la información procedente del radar o las cámaras de vídeo de alta resolución se forma una imagen tridimensional que se supone fiel al entorno inmediato del vehículo.

¿Qué sucede si la suciedad interfiere en las lecturas? La información, el mapa tridimensional del entorno del coche no será fiel a la realidad. Las decisiones basadas en esas lecturas podrían no ser adecuadas para el problema que se presenta, el del entorno real. No decimos que esa suciedad ponga necesariamente en riesgo al vehículo y sus ocupantes, pero podría contribuir a imprecisiones en el manejo automático.

El uso de productos específicos (bayetas de microfibra, productos limpiacristales, e incluso dispositivos específicos para la limpieza) será imperativo en los inicios del coche autónomo. Como decíamos al principio, no es algo que ponga en peligro la viabilidad de estos vehículos, pero sí algo a tener en cuenta para garantizar un funcionamiento óptimo en el día a día.

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