Bill Gates y sus esfuerzos frente al cambio climático
Si hay un personaje público que ha estado durante el último año constantemente en el centro de los debates, ese ha sido, sin duda, Bill Gates. Sus palabras se han seguido y se han analizado con detalle en medios de comunicación, pero también, de forma casi desmedida, en las redes sociales. Su actividad en charlas y conferencias ha devorado por completo al “fundador de Microsoft”, pasando su actividad empresarial a un segundo plano, quedando muy por detrás de sus andanzas en el ámbito de la filantropía y las preocupaciones sociales.
La Fundación Bill y Melinda Gates
Sería injusto decir ahora que Bill Gates es nuevo en estas lides. La Bill & Melinda Gates Foundation fue creada hace ya 21 años. Tanto Bill Gates como su pareja, Melinda Gates, han derivado una buena parte de su fortuna y de sus esfuerzos a la actividad de la que es actualmente la mayor fundación privada de caridad del mundo. Uno de sus principales caballos de batalla durante muchos años ha sido la lucha contra la poliomielitis. Todos los que en agosto del año pasado celebramos la excelente noticia de que todo el continente africano quedaba libre de polio, tras su erradicación definitiva en Nigeria, sabemos que la fundación de Bill y Melinda Gates jugó un papel importante en el hito.
Un vistazo a la web de la Fundación Bill y Melinda Gates basta para comprobar que, además de la preocupación por las vacunas y las enfermedades infecciosas, trabajan en un ramillete de campos muy diversos que van desde otras áreas de la salud, hasta la igualdad de género, pasando por cuestiones de saneamiento e higiene, educación y desarrollo agrícola. Una tarea ingente e interesante con muchos tentáculos.
El día a día en el último año: coronavirus y fake news
Hay una charla en especial, impartida por Bill Gates en el año 2015 en el marco de un evento TED, que se ha compartido hasta la saciedad porque con el paso del tiempo ha resultado ser cuasi profética: ¿La próxima epidemia? No estamos listos (video son subtitulos en español). Bill Gates, tras una entrada efectista en el escenario, empujando unos barriles que remedaban los pertrechos con los que antaño muchos ciudadanos estadounidenses preparaban sus refugios antinucleares, nos advertía que sí, que había un gran peligro en ciernes que podría llegar a matar a millones de personas, pero muy diferente: hablaba de un virus muy infeccioso.
No cabe duda que acertó. Tras varios avisos que quizás no nos tomamos demasiado en serio, pensando que epidemias como la gripe de 1918 eran cosa del pasado, llegó el virus que nos ha traído hasta la situación actual. Lejos de haberse ganado el respeto de todo el mundo, Bill Gates es la diana de estrambóticas teorías que, en algunos casos le acusan de ser el creador del virus, y en otros le acusan de querer inocular a los ciudadanos algún tipo de microchip utilizando para ello una campaña de vacunación masiva.
La realidad es que en su charla él esbozaba soluciones coherentes, como invertir en investigación y estar preparados para desarrollar nuevas vacunas. Además, ha predicado con el ejemplo donando más de 150 millones de dólares a través de su fundación para la lucha contra el SARS-CoV-2.
Poniendo de nuevo el foco en el cambio climático
La mejor forma de conocer las ideas que plantea Bill Gates sobre cambio climático es a través del libro que acaba de publicar (en España desde febrero en Plaza & Janés). El título es lo suficientemente explícito, ‘Cómo evitar un desastre climático‘, como para saber lo que vamos a encontrar en él. Orientado por expertos en diversas ramas de la ciencia, la política y las finanzas, Bill Gates ha intentado ser práctico y ofrecer soluciones de cara al mencionado objetivo de alcanzar las cero emisiones. Si queréis hincar el diente a las primeras páginas del libro, en National Geographic está publicado el capítulo introductorio, donde las líneas maestras de la obra quedan definidas con claridad.
Una de las ideas que mantiene Bill Gates es que más de una lección aprendida durante la crisis del coronavirus puede ser aplicada en la lucha contra el cambio climático. Mantiene que la cooperación internacional va a ser imprescindible, como lo es ahora, lo que va a incluir ayudar a los países que menos recursos tienen. También cree que la ciencia ha de ser el faro que guíe los pasos a dar, aunque tiene claro que posteriormente las decisiones, como el reparto de las vacunas, por ejemplo, son políticas. Por último, afirma que la crisis actual nos ha hecho ver que es necesario que las decisiones que se tomen vayan enfocadas a paliar los efectos, en primera instancia, de las capas de la sociedad que resultan más afectadas. Piensa que ahora mismo están en nuestras manos algunas decisiones que pueden ayudar, tanto a remontar la crisis económica en la que nos vemos inmersos como a paliar en el futuro el cambio climático: por ejemplo, crear trabajos en el ámbito del I+D de las energías renovables o limpias.
Resulta muy clarificadora la entrevista que le hacen en Technology Review, donde deja claro que aunque él preferiría incidir en temas de investigación e innovación, es insoslayable la importancia que van a tener la política y los gobiernos a la hora de aplicarla.
A la hora de plantear recetas, Bill Gates no rehúye temas que pueden ser polémicos. Por ejemplo, suele decir que las fuentes de energía verdes son imprescindibles de cara al futuro, pero a menudo recuerda que puede ser necesario el empleo de la fusión o la fisión nuclear para tener una fuente estable de obtención de energía. Esgrime que son muchos los países en vías de desarrollo que van a aumentar sus necesidades energéticas en los próximos años. También, y cambiando radicalmente de tema, entre las afirmaciones más curiosas que hace al hablar de alimentación está la de que los países ricos deberían, con el tiempo, empezar a consumir carne de origen sintético.
Son tan solo botones de muestra de lo que Bill Gates cuenta en su libro. Se piense lo que se piense sobre su figura, es ya todo un personaje mediático, nadie puede dudar que la capacidad que tiene para poner debates interesantes sobre la mesa es crucial. Y resulta un reclamo suficiente como para prestar atención al problema del cambio climático.