«Gasolineras en el espacio», algo que la industria aeroespacial necesitará en el futuro cercano

Del mismo modo que cuando se inventaron los automóviles alguien tuvo la visión de que sería importante contar con una amplia red de gasolineras en todos los países, ahora una pequeña empresa llamada Orbit Fab quiere establecer el paralelismo con las «gasolineras» del espacio, lugares en los que satélites y naves espaciales puedan repostar, algo que creen será muy relevante en un futuro cercano. Ahora mismo, las dos terceras partes de la masa de los cohetes cuando se lanzan al espacio suelen ser combustible y tan sólo una fracción mínima se reserva para las maniobras una vez en órbita.

Y es que es imposible negar que el número de pequeños satélites que andan por ahí arriba dando vueltas no es nada despreciable. El último recuento es de unos 6.500, de los cuales el 40% más o menos estarían en activo y el resto (60%) fuera de servicio. Y una de las principales razones de que ya no funcionan no es que se hayan estropeado: es que simplemente se agotó su combustible, con el que mantienen sus órbitas y se reorientan, y resultaría demasiado caro enviar más para que repostaran, algo para lo que ni siquiera se diseñan. La única excepción es la Estación Espacial Internacional, que está habitada permanentemente, y la futura Estación Espacial China, donde en las misiones de servicio se envían propelentes, baterías, oxígeno y alimentos por razones obvias.

Esta situación es un tanto extraña, porque deja de pasar la oportunidad de alargar la vida útil de estos ingenios simplemente porque el envío del combustible resulta demasiado caro. Lo comparan con ir abandonando coches en una travesía por Europa simplemente porque cada pocos cientos de kilómetros no hubiera gasolineras. Por eso la idea de Orbit Fab es crear esas «gasolineras espaciales» –y la tecnología que conllevan– para poder enviar grandes cantidades de combustible y servir como estación de servicio y recarga para cualquier satélite o nave que pase por allí.

Entre otras están desarrollando tecnologías para el guiado y aproximación a otras naves y satélites, su capturar segura y el repostaje en sí mismo. En las pruebas han usado tanto hidrazina como peróxido de hidrógeno (HTP) altamente concentrado (entre el 85% y 98%) como el que se suele usar en los cohetes y satélites espaciales. También cuentan con un tanque para el repostaje de agua potable, llamado FlexTank, que es una especie de bolsa flexible de combustible que se deja anclada a otras naves para proporcionarles más combustible.

En su laboratorio comenzaron construyendo lo que llaman «mesa de gravedad cero», que no es más que una superficie sumamente plana y equilibrada en la que se sitúan pequeños prototipos: satélites, tanques combustible y demás. Allí «flotan» mediante un chorro de aire y sus movimientos se parecen a los que se dan en el espacio en caída libre (o «gravedad cero», como se suele denominar). De esta forma, con cámaras, códigos ópticos y diversos sistemas de control practican las maniobras, acoples y anclajes para comprobar cuán fácil o difícil es acercarse a los satélites. Otro de los problemas en que trabajan es que la transferencia de líquidos en microgravedad se comporta de una forma un tanto peculiar y diferente a la de los surtidores de gasolina aquí en la tierra.

Su proyecto más ambicioso es quizá el Tanker-002, una auténtica «gasolinera espacial» que se sitúa a unos cientos de kilómetros de la órbita geoestacionaria (tras una trayectoria bastante novedosa que lo lleva en un viaje de ida y vuelta alrededor de la Luna). El Tanker-002 tiene el aspecto de flor hexagonal con seis gigantescos tanques de combustible, donde se puede almacenar hidrazina durante 15 años. El plan es lanzarlo en 2023 y que esté listo para el repostaje de cara a las futuras misiones lunares que planean SpaceX y la NASA.

Otro aspecto que no han querido olvidar es el de los propelentes «verdes», como el óxido nitroso y el propileno. Tienen menos limitaciones y se pueden utilizar en satélites pequeños, incluyendo los populares CubeSats que se lanzan por cientos a modo de ingenios experimentales. La suma de esfuerzos combinados al utilizar combustibles menos contaminantes y alargar al máximo la vida útil de los satélites hace que el proyecto esté ganando respeto y consideración en una industria espacial que normalmente ha sido más de «usar y tirar». Quien sabe si en los futuros viajes a la Luna o a Marte aprovecharemos para hacer las clásicas «paraditas» en las gasolineras, aunque esta vez sean «gasolineras espaciales».

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