La inteligencia artificial ayuda a descubrir los escritos en unos papiros carbonizados hace 2.000 años
Hacia 1713 unos mineros descubrieron la mítica ciudad de Herculano, situada junto a Pompeya y el volcán Vesubio, que había quedado sepultada por la lava volcánica en la famosa erupción del año 79. Décadas después el ingeniero Karl Jacok Weber encontraba bajo sus cenizas cerca de 2.000 papiros carbonizados, que se rompían apenas tocarlos.
Curiosamente, al arder bajo la ira del fuego esos papiros recibieron la protección del fango y la ceniza. Se descubrió que, sorprendentemente, en muchos de ellos podían distinguirse algunas letras, pero desenrollarlos era casi misión imposible. Casi 2.000 años después y tras dos décadas de trabajo en diversas disciplinas, especialmente la inteligencia artificial, existe ahora un método para poder leerlos sin desplegarlos ni estropearlos.
El secreto: desenrollar los papiros sin tocar
Con el tiempo se fue mejorando esta técnica: en 2009 se escanearon los Papiros Herculanos por primera vez en Francia y se vio lo complicado de su estructura interna formada por diversas hojas enrolladas. No fue hasta 2015 cuando se consiguió «desenrollarlos» virtualmente para identificar los textos. En 2021 la Universidad de Kentucky decidió dedicar una buena cantidad de fondos a estas investigaciones por sus posibilidades para desenmarañar en este tipo de hallazgos la historia antigua. En los últimos escaneos se llegó a utilizar hasta un acelerador de partículas para generar las imágenes de los escáneres.
Un reto colaborativo
Los materiales en bruto escaneados en ultra alta definición se subieron a un repositorio público, de donde se podían bajar para examinar y procesar. Personas y expertos de todo el mundo pudieron procesarlos, intentando convertirlos en versiones 2D más fáciles de procesar. Se trataba de encontrar formas de destacar los textos apenas visibles, usando diferentes técnicas: tratamiento de las imágenes, identificación de caracteres y, últimamente, inteligencia artificial.
El primer avance tuvo que ver con encontrar pruebas del uso de tinta en los papiros, algo que consiguió Casey Handmer. Tras examinar los papiros escaneados, Luke Farrel, un estudiante en prácticas en SpaceX, descubrió que se podían detectar algunas letras en las imágenes de papiros todavía enrollados y nunca desplegados. Gracias a ello se hizo con uno de los premios, que requería encontrar al menos 10 letras en una zona de unos 4 cm2 del papiro.
La palabra en cuestión resultó ser πορφυ̣ρ̣ας̣ o (porphyras), que significa «púrpura» y que se considera una palabra rara, poco común para ese tipo de textos antiguos. Poco después se supo que Youssef Nader, un estudiante de biorrobótica de Berlín, también había encontrado, independientemente y usando otro método, la misma palabra, y también recibió un premio por ello.
La solución del problema no era para nada sencilla: hubo que entrenar algoritmos de aprendizaje automático (machine learning) para buscar secuencias que pudieran ser palabras o letras. Parte de la dificultad es que en los textos originales no había espacios entre palabras como los que usan las lenguas de hoy en día. Además de eso, la forma de las letras es también ligeramente distinta a la del griego actual. Durante el «descifrado», tras cada pequeño hallazgo de una o dos letras, se volvía a empezar para intentar conseguir más palabras a partir de esos detalles ya desentrañados.
Avanzar en equipo, una solución práctica
Lo que hubiera sido un trabajo en el que normalmente habrían trabajado cinco personas, y quién sabe cuándo habrían encontrado algo, se tornó en un reto colaborativo para toda una comunidad de expertos. Se ha calculado que en total se consiguieron condensar 10 años – persona de trabajo y 2 años de computación en 3 meses desde que se publicó el reto original con los premios. Toda una demostración de que el trabajo en equipo es siempre más fácil.