Las “leyes de la robótica” de Asimov, versión drones

Las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov son bien conocidas por los aficionados a la ciencia ficción. Mediante estas tres leyes ficticias, redactadas por el escritor en 1942, se asentaban las bases para la convivencia entre robots y seres humanos, de manera que los primeros estuviesen al servicio de los segundos sin causarles daño.

Estas leyes se crearon para poder escribir ficción, y en el mundo real no tienen aplicación alguna. Los conceptos que se manejan son tan poco concretos (desde el punto de vista de una máquina) que las hacen inservibles. Merece la pena, eso sí, recordar su enunciado más o menos exacto:

Como vemos, las leyes son muy convenientes desde nuestra lógica, pero a la hora de la verdad, los conceptos como “ser humano” pueden ser muy complejos para una máquina, al igual que “daño” (¿En qué grado? ¿Dónde está el umbral permitido? ¿Qué es daño?). Están escritas en lenguaje natural, humano, y por eso no sirven para el desarrollo de robots. Sin embargo, sirven de inspiración para otro tipo de leyes o directrices a seguir por robots autónomos como podrían ser los drones. No los actuales, exactamente, sino aquellos que se espera que se dediquen a multitud de tareas a corto plazo.

Cuando hablamos de los drones y sus aplicaciones ya mencionábamos el problema de fondo: la tecnología existe y es viable, pero la legislación no está preparada. Y tampoco lo están las personas. De hecho, a pesar de que ya existen aplicaciones como el control de almacén o el rescate marítimo (y nos parece perfecto), pensar en el uso cotidiano de drones en nuestro vecindario se antoja más complicado.

La operativa de los drones en modo autónomo (como sería deseable una vez desplegados servicios urbanos de reparto, vigilancia o cualquier otro) es el gran problema de los legisladores, puesto que han de definir cómo interactúan los drones con los ciudadanos (y con sus límites en cuanto a privacidad).

Dentro de la complicación que supondrá la llegada de los drones a las ciudades (y todos los problemas éticos o las sospechas de vulneración de derechos que nos encontraremos), es bueno intentar establecer unas “normas” básicas que todos los drones deban cumplir. En este artículo se destacan estas tres:

Probablemente, los “drones urbanos” que veremos operando en nuestro entorno serán drones de tráfico (un complemento a las señales de tráfico, o que actúen como señales temporales, o de obras); drones de limpieza o que, por ejemplo, detecten zonas que necesitan atención inmediata de equipos de limpieza; y drones en las playas, vigilando para mejorar la seguridad. En fases posteriores es de suponer que lleguen los drones de reparto, aunque ese tema arroja, hoy, más sombres que luces.

Foto | Goh Rhy Yan en Unsplash

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