Este es el motor más diminuto y potente del mundo
Un motor es la parte de una máquina que consigue transformar algún tipo de energía, en energía mecánica capaz de realizar un trabajo. Los motores más conocidos para el gran público pueden ser los de combustión interna, los motores eléctricos, pero también lo son los músculos, pues son capaces de transformar la energía que proviene de la glucosa en movimiento (de contracción, básicamente). La nanotecnología juega ahora con fuentes de energía como la luz para estimular actuadores moleculares. Es el inicio de los nanomotores.
No es que sea algo muy sencillo de imaginar, pero lo podemos intentar. Imaginemos un polímero parecido a un gel que alberga partículas ínfimas de oro. Sería como una “esponja” diminuta, para hacernos una idea, que puede almacenar agua en sus recovecos. Aplicando luz (láser, en realidad), el conjunto absorbe una gran cantidad de energía en muy poco tiempo, se contrae y expulsa el agua. Al enfriarse (de nuevo, en fracciones de segundo), esa energía se libera y el sistema vuelve a adoptar la forma original, absorbiendo el agua.
Por decirlo de una manera bastante grosera, es algo similar a un pistón, solo que a una escala realmente poco manejable hoy en día. Las aplicaciones de este tipo de transductores (más que motores) son innumerables, aunque en la actualidad puedan caer más en el terreno de la ciencia ficción que en el de la aplicación práctica.
Seguramente la idea que tenemos en mente a propósito de las nanomáquinas, es que sean máquinas con aspecto de insecto que hagan trabajos como la limpieza de las coronarias, la eliminación del colesterol malo que se acumula en las arterias, o incluso cirugía interna sin necesidad de “abrir”. Como es lógico, la forma de insecto no tiene por qué ser la más eficiente, ni la más sencilla de fabricar.
Por contra, formas que se manejen bien en entornos líquidos serían más deseables para moverse “como pez en el agua” por el torrente sanguíneo. Eso sí, antes de dejar volar nuestra imaginación, las aplicaciones de las nanomáquinas ni siquiera están claras, y tampoco serán en exclusiva terreno de la medicina.
La principal ventaja de estos nanopistones es su “fuerza” en proporción a su volumen y masa: es simplemente brutal, y tan solo nos quedaría controlar a fondo los procesos y tratar de sacar el máximo partido de ello, diseñando máquinas verdaderas que se puedan controlar a distancia, o bien ser completamente autónomas. Esto sigue siendo ciencia ficción, de momento estamos en el sótano de esos desarrollos.
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