¿Para qué sirve el radiador del coche?

El radiador del coche es un elemento crucial en la refrigeración del motor. En las películas clásicas de principios del siglo XX se podía ver cómo los coches, en ocasiones, tenía que detenerse por sobrecalentamiento. Y no nos hace falta ir tan atrás en el tiempo porque a mediados del siglo pasado y hasta la década de los años 80 era habitual sufrir un calentón en el coche y tener que añadir agua al radiador para no perjudicar a la mecánica.

Hoy en día esto es muy infrecuente porque los sistemas de refrigeración de los motores han avanzado mucho. Hay que decir que el sistema de refrigeración tiene dos misiones: la primera es mantener la temperatura del motor controlada y en el punto óptimo para su funcionamiento; la segunda es mantener los líquidos lubricantes en su temperatura de funcionamiento.

Existen dos tipos de refrigeración: por aire o por líquido. La primera es poco frecuente (más común en las motos), mientras que la refrigeración por líquido está presente en la gran mayoría de motores en el mercado, y será el que explicaremos. El principio básico de funcionamiento de este sistema es disponer de un circuito que es recorrido por el líquido refrigerante con el fin de que este absorba el exceso de calor de las partes críticas del motor.

Una vez que el refrigerante termina el circuito absorbiendo el calor del motor y la cámara de combustión llegará al radiador. Este elemento es vital porque gracias a él, el líquido se enfriará de nuevo gracias a la corriente de aire generada. Un termostato será el encargado de controlar el flujo de refrigerante hacia el motor. Pueden darse casos en los que el motor no llegue a la temperatura óptima de funcionamiento, por tanto la refrigeración debe ser controlada.

¿Qué pasa si se rompe el radiador del coche?

Una vez explicado de manera simple cómo funciona el sistema de refrigeración del coche y cuál es el papel del radiador, podría parecer evidente concluir qué puede pasar si este elemento se rompe en medio de un viaje. La respuesta parece sencilla: si se rompe el radiador del coche no será posible enfriar el refrigerante.

La cuestión es que un radiador suele romperse con mayor probabilidad por la zona de los manguitos de entrada y salida, y las roturas más habituales son difíciles de encontrar y se traducen en la pérdida paulatina de líquido refrigerante.

El circuito de refrigeración debe estar completamente lleno de líquido así que cuando se produce una fuga (por pequeña que sea) todo empieza a funcionar mal. La consecuencia más probable y rápida es que el motor se sobrecaliente y salten los avisos correspondientes, pero si la fuga es severa nuestro motor corre peligro en pocos minutos.

Si detectamos una fuga, o sospechamos que estamos perdiendo líquido paulatinamente, hemos de hacer las comprobaciones pertinentes. Afortunadamente, el líquido refrigerante suele tener un color llamativo (anaranjado, rojo, rosa o azul, entre otros). Además, para una inspección visual, ya sea antes de la ITV o de cuando en cuando, por precaución, el tapón del depósito se identifica perfectamente.

En el caso de que el radiador se estropee, que perdamos líquido refrigerante o que se encienda el testigo de la temperatura en el cuadro, debemos actuar con rapidez. Dependiendo de nuestro diagnóstico inicial, puede que nos llegue con rellenar el depósito de refrigerante de líquido para poder llegar al taller. Sin embargo, la mejor manera de solucionar el problema, sin riesgos de avería, es llamar a la grúa y que nos lleve al taller especializado más cercano para una revisión a fondo del sistema de refrigeración.

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