Técnicas para lograr una conducción más eficiente
La conducción eficiente está muy de moda. Es un concepto muy manido que se representa en ocasiones como un conocimiento arcano, fuera del alcance del común de los conductores. Nada más lejos de la realidad: cualquiera puede practicar la conducción eficiente y notar sus beneficios de inmediato. No podemos esperar ahorros muy grandes, pero sí notaremos que los depósitos se alargan un poco más de lo habitual.
¿Qué es la conducción eficiente?
Se trata de un conjunto de técnicas de conducción orientadas a minimizar el gasto de combustible y las emisiones contaminantes. Al poner en práctica este tipo de conducción obtendremos más confort en marcha y, como beneficio adicional, practicaremos la conducción segura. Esto se puede asimilar a conducir con menos riesgos. Veremos más adelante por que la conducción eficiente se asimila a la conducción segura o conducción preventiva. También hay que decir que los motores actuales son muy eficientes si los comparamos con sus homólogos de hace unos años.
¿Cuáles son las técnicas de conducción eficiente en coche?
Cada maestrillo tiene su librillo, pero existen un conjunto de principios de conducción eficiente que podemos asumir como canónicos. A partir de ahí, el sentido común de cada conductor y su capacidad de adaptación a las condiciones de la vía y del tráfico, a los accidentes geográficos y al tiempo atmosférico marcarán la diferencia.
En lugar de enfocar el tema como “las técnicas a seguir para lograr una conducción eficiente”, es más sencillo y revelador fijarnos en aquellos comportamientos que nos hacen consumir más combustible del necesario. Por ejemplo, podemos enumerar:
- Circular con las ventanillas abiertas. A partir de los 50 km/h, circular con las ventanillas abiertas consume más combustible que circular con el aire acondicionado (y las ventanillas cerradas) por el incremento de la resistencia aerodinámica.
- Utilizar el aire acondicionado con temperaturas extremas es contraproducente. Un intervalo de temperaturas entre 20 y 24 grados (hablamos del verano, aunque siempre depende de la temperatura exterior) consume menos combustible.
- Acelerar o frenar más de la cuenta. El objetivo del conductor eficiente es mantener un ritmo medio el mayor tiempo posible, y cualquier variación de velocidad implica un aumento del gasto de combustible. Esto aplica en carretera, y también en ciudad, aunque en esta última es natural detenerse o variar el ritmo. Las aceleraciones deben ser suaves, y si podemos evitar frenar lo haremos para no tener que recuperar velocidad.
- Si no anticipamos los acontecimientos, gastaremos más combustible: acelerones, frenazos, cambios de carril… Por tanto, una mayor distancia de seguridad y más atención a lo que pasa más adelante es fundamental para la anticipación. Esto aumenta nuestra seguridad.
- Un mal mantenimiento del vehículo aumenta el consumo: mantener los neumáticos con las presiones correctas, revisar filtros y niveles de líquidos y tener a punto el motor influye en un menor consumo de combustible.
¿Qué diferencias hay entre la conducción eficiente con diésel o gasolina?
La principal diferencia está en el momento del arranque y en las revoluciones de referencia para hacer un cambio de marcha. En un coche diésel debemos esperar unos segundos entre que arrancamos el motor y nos ponemos en marcha para que el aceite se distribuya por todo el circuito. Un truco es arrancar el motor, colocarnos el cinturón y comprobar los espejos antes de emprender la marcha.
En coches de gasolina podemos iniciar la marcha nada más arrancar el motor, pero en cualquier caso en ambos tipos de coche debemos emprender la marcha con suavidad mientras el motor no alcanza la temperatura óptima de funcionamiento.
En cuanto a la selección de marcha, siempre hemos de procurar seleccionar la marcha más larga posible sin que el motor desfallezca. Esto significa cambiar de marcha en un rango de revoluciones ni muy alto ni muy bajo. En coches diésel, el motor gira a menos revoluciones que el equivalente en motor de gasolina.
Por eso, el cambio de marcha se hace “antes” que en su hermano de gasolina. Las recomendaciones estándar apuntan a seleccionar la marcha inmediatamente superior antes de 1.500 rpm en diésel, y antes de 2.000 rpm en gasolina. No obstante, eso depende de las circunstancias y de los motores.