La tecnología de la Internet de las cosas frente a los atascos

En la relación entre la Internet de las Cosas (Internet of Things) y las llamadas “Ciudades Inteligentes” hay una especie de delicada danza en la que diversas tecnologías deben actuar, con toda su potencia y capacidad de interconexión, para facilitar la vida a las personas y, en particular, a los ciudadanos y a los vehículos que circulan por las ciudades. Sus principales defensores explican varios factores que ayudarían a intentar minimizar –cuando no eliminar– los molestos atascos de las ciudades.

Datos sobre el estado del tráfico: Las ciudades inteligentes pueden captar, a través de todo tipo de sensores, qué sucede exactamente con el tráfico de la ciudad, lo cual incluye cámaras, sensores de paso de vehículos, semáforos, utilización de aparcamientos públicos y demás. Si hay atascos, se sabe. En muchas ocasiones, los modelos matemáticos, estadísticos y de inteligencia artificial pueden incluso predecir los atascos antes de que se produzcan.

Análisis del tráfico: Existen aplicaciones para grandes volúmenes de datos relativos al tráfico, entre otros los coches en circulación, las condiciones meteorológicas, los puntos en los que se están realizando trabajos de mantenimiento, etcétera. De hecho, los propios vehículos particulares se comunican en ambos sentidos cuando utilizan los navegadores de abordo para trazar una ruta y seguirla: reciben información sobre el estado del tráfico, ya sea de organismos oficiales o de “apps y redes ciudadanas”, y pueden realizar acciones para evitar los atascos. Por lo general, las aplicaciones comparten dicha información en ambos sentidos para evitar los atascos: reciben y aportan datos.

Monitorización del tráfico: Gracias a la utilización de mapas y sistemas de información geográfica cada vez más precisos, la monitorización del tráfico puede hacerse con gran precisión: se conocen todas las calles (y sus señales), el estado de uso de los espacios de aparcamiento y las cámaras alertan de cualquier incidencia. Además de esto, en las ciudades inteligentes se promueve el uso de los datos abiertos, de modo que todas las redes de transporte público aporten información (al tiempo que la reciben). Esto incluye, además del Metro, las redes de autobuses, bicicletas eléctricas, taxis y coches de alquiler, patinetes eléctricos y similares. Cuantos más dispositivos puedan monitorizar el tráfico, mejor.

El hecho de que toda esta tecnología se pueda aplicar de forma directa contribuye a mejorar la situación frente a los atascos. Si los ciudadanos pueden usar apps que les marcan las mejores formas de ir de un lugar a otro –a veces usando medios alternativos al coche o los transportes públicos convencionales– eso supone menos vehículos atascando las calles. Si quienes van en coche eligen vías y rutas óptimas, analizadas en base a gran cantidad de información y no solamente a “la distancia más corta entre A y B”, su desplazamiento será más cómodo. Si las tecnologías con que van equipados los vehículos avisan cuando detectan incidencias o algo inusual para que otros eviten esos lugares, mejor para todos.

Foto | (CC) Jens Herrndorff @ Unsplash

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