Hubo un tiempo en que las cámaras fotográficas simplemente captaban píxeles: eran una versión digital de las cámaras de película química y cada pequeño punto que conformaba la imagen simplemente se cuantificaba en tres valores RGB (rojo-verde-azul) según el color que captaban. Más fácil, puro y directo, imposible.
Pero hace tiempo que este proceso ya no es tan simple: las cámaras adaptan esos píxeles “en bruto” para captar mejor la luz, suavizar los tonos de piel o destacar el color del cielo. Por no hablar de todo lo que sucede cuando se prueban los “filtros” para rejuvenecer los rostros, desenfocar el fondo o destacar las estrellas en una escena nocturna. Hay modos de inteligencia artificial para elegir las fotos con sonrisa, agrandar los ojos o adelgazar: todo está al alcance de un clic, un filtro o un ajuste. El photoshopear es tan natural como hacer clic al disparador.
Un ejemplo de esta tendencia es el reciente anuncio de Adobe de una app llamada Photoshop Camera, que pronto se podrá descargar en los teléfonos iOS y Android. Es una aplicación de tipo cámara, que puede utilizarse alternativamente a la que llevan los smartphones y que tiene como ventaja su “apellido”: Photoshop y su entorno creativo y de diseño.
En los últimos modelos de iPhones especialmente pero también en modelos Android de otros fabricantes se han visto grandes avances en esta peculiar técnica de manipulación de las imágenes, hasta el punto de que es casi imperceptible. Los iPhone 8 ya incluían un “modo retrato” que difuminaba los fondos destacando el rostro de retratos y selfies; en las primeras versiones se notaba el «truco» cuando algunas zonas de la imagen bajo el pelo o los complementos se difuminaban de forma antinatural.
Las actualizaciones del software y los nuevos modelos lo han mejorado notablemente; los más modernos como el iPhone X o el iPhone 11 hacen cosas como combinar datos de sus dos o tres cámaras tomados simultáneamente. El secreto está en el software y en los algoritmos que manipulan artificialmente las imágenes para componer escenas a partir de esos datos en bruto. Los sensores de imagen pueden ser básicamente los mismos; el secreto es tener un software mejor.
En el caso de Photoshop Camera será interesante ver hasta dónde ha llegado la tecnología de inteligencia artificial Sensei AI que hay detrás. Las nuevas versiones del software de adobe son capaces de seleccionar y recortar objetos en una imagen de forma inteligente, eliminar imperfecciones de forma automática, combinar texturas o seleccionar colores de forma armónica y más que adecuada. En los ejemplos que han dejado ver algunas fotos parecen collages, otras simplemente versiones estilosas y mejoradas; la mayoría auténticas composiciones muy complejas. Si todo eso se puede hacer con un sólo clic y una selección de estilos o filtros será interesante ver hasta dónde pueden llegar.
Esta situación de la fotografía, y el software y hardware relacionado, deja clara una cosa que puede extenderse a otros campos tecnológicos: aunque el hardware esté limitado, el software sigue siendo cada vez más capaz de hacer muchas más cosas con los mismos datos en bruto. Especialmente utilizando técnicas como las que ya son comunes en los algoritmos de inteligencia artificial. En la práctica, si no somos capaces de distinguir si el resultado es real o algo meticulosamente recalculado, ¿acaso importa? Es un debate que dará mucho que hablar, especialmente en el debate entre los puristas de la fotografía y quienes simplemente quieren compartir un selfie sin más.