El incómodo mareo que a veces sufrimos al viajar en coche es algo realmente peculiar. La ciencia no tiene una explicación definitiva sobre por qué se produce, aunque se conocen muchos factores que lo propician –algunos incluso genéticos. También se sabe que del mismo modo que afecta a algunas personas (se cree que hasta al 70% de la población en algún momento de su vida) afectará a todavía más personas cuando se generalice el uso de los coches autónomos.
Aunque existen diversos medicamentos para minimizar este padecimiento, no está muy clara su utilidad: en la mayor parte se consideran simples placebos. Por suerte, científicos e ingenieros siguen investigando tecnologías que intentan minimizar la posibilidad de que los ocupantes de un coche se mareen.
Más o menos todas las explicaciones coinciden en que el mareo –técnicamente llamado cinetosis– tiene que ver con algo que se produce cuando hay una contradicción en nuestro cerebro entre la percepción visual y la percepción del movimiento, o incluso en la innata tendencia de nuestro cuerpo de intentar mantener el equilibrio en cualquier circunstancia. Cuando todo esto entra en conflicto (nos movemos pero no vemos bien qué sucede en el exterior, hay movimientos bruscos e impredecibles o parece que nos movemos sin que realmente haya desplazamiento) surgen los síntomas de la cinetosis: escalofríos, sudores o incluso nauseas. Tampoco está muy claro el porqué de esos síntomas exactamente: ¿por qué no dolor de cabeza o de oído? (el sentido del equilibro se localiza en el oído interno).
Sea como sea, hay algunas cosas que sí sabemos proceden de la experiencia cotidiana y las estadísticas: los niños son más propensos que los adultos al mareo; también más las mujeres que los hombres, y los asiáticos que los europeos. En un coche lo más probable es marearse al viajar en los asientos traseros (que es desde donde menos se ve el exterior), aunque a veces también se marea quien “copilota”. Es casi imposible marearse siendo el conductor; se cree que porque además de tener la mejor visión del paisaje, se toma parte activa en el control del vehículo y se puede por tanto predecir sus movimientos con anticipación.
Además de eso es muy normal marearse en barco, pero menos en avión y casi imposible en tren o en metro –que por otro lado suelen seguir trayectorias más rectas y menos bruscas. Dormir durante el viaje es un gran remedio para no sufrir cinetosis, pero leyendo un libro (o la tableta, o el móvil) es mucho más probable sufrir la incómoda sensación. De los astronautas que han subido a la Estación Espacial Internacional casi el 60% han sufrido mareos al poco de llegar.
En los coches completamente autónomos los conductores no tendrán que ir en el futuro atentos a la carretera y podrán ir haciendo otras cosas – incluso se han visto modelos con diseños de mesas, asientos girables, reclinables… ¿Qué sucederá entonces? Los estudios dicen que esto hará que alrededor del 10% de los ocupantes sufran mareos habitualmente, cifra que podría aumentar otro 10% “de manera ocasional”. Unas cifras más elevadas que la de los coches actuales y que como en el caso de otras tecnologías que afectan a nuestros sentidos (la realidad virtual inmersiva, por ejemplo) es difícil todavía evaluar con todas sus consecuencias.
En cuanto a las tecnologías para evitar la cinetosis hay empresas como ClearMotion trabajando en el desarrollo de sistemas de amortiguación electrohidráulicos de actuación rápida, capaces de minimizar –literalmente en milisegundos– los movimientos inesperados cuando en la carretera aparecen baches o irregularidades. También trabajan en un proyecto específico para reducir la sensación de mareo cuando los ocupantes del vehículo viajan con los asientos girados hacia atrás.
Otras soluciones tecnológicas sobre las que han trabajado otras empresas y organizaciones como la NASA son gafas estroboscópicas de luces parpadeantes apenas perceptibles o gafas como las de realidad virtual que “congelan” los fotogramas durante unos milisegundos para reducir el efecto del movimiento. Tanto esto, como la utilización de música relajante pueden ser técnicas alternativas para evitar que quienes están viajando se vean afectados por el molesto problema, tan antiguo como la historia de los viajes.
Foto | ClearMotion