La influencia del cambio climático en la calidad del aire que respiramos está haciendo cada vez más complicado encontrar lugares en los que podamos respirar de forma saludable. Al mismo tiempo, estos cambios complican en ciertos momentos nuestra presencia en zonas especialmente vulnerables, donde hay gran densidad de población, como el interior de las ciudades. Un aspecto en el que esto se ha notado es en el cambio en la intensidad y periodicidad de las temporadas de polen, algo que antiguamente teníamos asumido, pero que cada vez resulta más variable. ¿Puede la tecnología hacer algo para ayudar a minimizar este problema?
Tecnología para el seguimiento del polen
Se calcula que más o menos un tercio de la población experimenta molestias en mayor o menor grado debidas al polen: rinitis alérgica o alergias estacionales; son millones de personas globalmente, según la Organización Mundial de la Salud. Es un fenómeno natural sobre el que poco se puede hacer, que se ha visto alterado en las últimas décadas por los cambios que ha sufrido la vegetación y por su temporalidad. Por suerte, los ayuntamientos y servicios meteorológicos realizan mediciones de las partículas de polen periódicamente, en muchos casos en tiempo real.
Ahora Google ha anunciado su API para el Polen, una interfaz de programación (un proceso «de máquina a máquina») con la que dispositivos de todo tipo, como los teléfonos móviles y los navegadores del coche pueden consultar los datos recopilados por estaciones meteorológicas de todo el mundo y utilizarlos directamente.
Esta API es en cierto modo una forma fácil y estándar de consultar los datos sobre el polen que recopila Google, que no son pocos. Ofrece un pronóstico de hasta 5 días, acerca de 3 tipos y 15 especies de plantas diferentes, lo que cubre un amplio número de micropartículas que nos resultan perjudiciales. Esta información proviene de estaciones de medición ubicadas en puntos muy concretos localizados en los mapas y se representa como si fuera una gigantesca cuadrícula con celdillas de un kilómetro cuadrado, abarcando 65 países del mundo.
Con los datos numéricos precisos para las aplicaciones y dispositivos, la API convierte fácilmente esa información en un «mapa de calor» en el que se puede ver del 0 (verde) al 5 (rojo) los diversos niveles de polen: desde ninguno a muy bajo, bajo, moderado, alto y muy alto. El navegador del coche puede, por ejemplo, saber qué si hay zonas en la ruta programada que estén en nivel alto o muy alto y esquivarlas, como haría con un atasco de tráfico.
El sistema de Google almacena además datos históricos sobre los niveles de polen, de modo que permite comparar la situación actual con la de días, semanas o meses anteriores. Combinando esta información con lo que se sabe sobre la estacionalidad de las plantas y la información meteorológica es posible conseguir datos más precisos y hacer otro tipo de cálculos y previsiones.
Los filtros antipolen de los vehículos
Además de contar con toda esta información precisa del exterior es conveniente asegurarse de que los filtros antipolen del coche estén en buenas condiciones. Estos filtros antipolen hacen su trabajo filtrando las partículas de polvo y polen en suspensión, impidiendo que entren al habitáculo. Algunos modelos cuentan con el IAQS (Interior Air Quality System) que se activa automáticamente cerrando la entrada de aire exterior cuando detecta que está más contaminado de lo que resulta aceptable o con el Clean Zone, que verifica el cierre de puertas, ventanillas y la recirculación.
Con datos cada vez más precisos y más a tiempo se están haciendo avances para minimizar todas las molestias que afectan a la gente debido a fenómenos naturales como los las partículas de polen, con soluciones tan sencillas y transparentes como pueden ser elegir otra ruta u otro momento para un desplazamiento.