El considerable papel que el transporte de mercancías por carretera supone en lo relativo a las emisiones de CO2 ha hecho priorizar estos vehículos en busca de soluciones efectivas a la par que ingeniosas. En Alemania, Suecia y otros países se han estado probando las autopistas electrificadas, una combinación de carriles especiales con catenarias en los que los camiones eléctricos pueden recargar sus baterías mientras circulan. El resultado es que pueden recorrer muchos más kilómetros con menos emisiones.
La primera de estas instalaciones se hizo en varios kilómetros de una autopista entre Darmstadt y Frankfurt, pero actualmente ya hay tres tramos en diferentes carreteras. La línea OCL (Overhead Contact Line, línea de contacto superior, similar a la de los tranvías) fabricada por Siemens actúa como una especie de catenaria eléctrica en la que los camiones conectados reciben electricidad y pueden moverse sin consumir combustibles fósiles. Algunos de estos vehículos pueden también aprovechar para recargar sus baterías eléctricas. Teniendo en cuenta que tienen una autonomía de unos 200 km y que la mayor parte de ellos sólo hacen viajes cortos de 50 km más allá de la autopista, esto les proporciona una buena autonomía.
Aunque el sistema parezca un tanto anticuado porque tiene más de un siglo de vida, tiene otras ventajas. Para empezar, es altamente eficiente: se calcula que la eficiencia energética en la recarga por contacto es del 73 por ciento, superior a otros métodos. Además de eso, es fácil de instalar y escalar: basta instalar el tendido eléctrico en los tramos en los que se quiera utilizar, algo que además es relativamente barato.
Más complicado parece que los nuevos vehículos incorporen el equipamiento necesario, pero precisamente por eso se hacen pruebas piloto: para comprobar cómo funciona todo en el «mundo real» y no sobre el papel. Inicialmente se probó hace un par de años con 15 camiones híbridos. El pasado mes de junio se probó en otros cinco en la B-462 entre Kuppenheim y Gaggenau, una carretera con más curvas e incluso túneles. Para los conductores de los camiones la sensación era un tanto extraña: al conectarse a la línea eléctrica el motor de combustible se apaga y el silencioso motor eléctrico entra en funcionamiento, algo a lo que no están acostumbrados. Pero, a pesar de eso, todo seguía siendo igual que antes.
Con una Europa que se plantea ser neutral al carbono hacia 2045 y en la que muchos países están acelerando los planes de electrificación para conseguir la descarbonización en 2030 toda idea es buena siempre que funcione. En el terreno de los transportes pesados esta idea puede resultar interesante y los planes son llegar a los 300 km de líneas eléctricas en 2023 y los 4.000 km para 2030.
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