Utilizar la realidad virtual (VR) como herramienta para el diseño industrial y la arquitectura es algo cada vez más común. Sin embargo, algunas situaciones que requieren muchos pequeños cambios de forma frecuente pueden resultar algo agotadoras. Podríamos imaginar la forma de colocar el mobiliario en una oficina, cambiar diversos detalles del interior de un vehículo o redistribuir las estancias y zonas de servicio a medida que crece un rascacielos.
En este sentido, dos investigadores del Instituto Superior Técnico de la Universidad de Lisboa están trabajando sobre fórmulas de diseño algorítmico en realidad virtual. Esta técnica consiste en aprovechar lo mejor de dos mundos: el de la programación, que permite crear algoritmos en los que la modificación de diversos parámetros produce fácilmente múltiples variaciones, y el de la creatividad y realismo de la realidad virtual que permite a los usuarios permanecer inmersos en edificios, diseños arquitectónicos y tipo de estructuras.
La forma en la que normalmente se interactúa en arquitectura en VR es crear primero los modelos en 3D, colocarse el visor y observar el resultado con mayor realismo. Entonces se puede tomar nota de las cuestiones que se podrían cambiar: dejar más espacio aquí, tal vez una puerta allá o recolocar los puestos de trabajo de otra forma. Luego se desconecta el visor, se vuelve a la herramienta de diseño, se realizan los cambios y vuelta a colocarse el visor y comprobar.
Con esta nueva técnica los diseños se plantean de modo que se pueden modificar fácilmente un sinfín de parámetros: el número de mesas que hay que colocar en un open space de forma óptima, el ancho de los ventanales o el grado de curvatura de la pared, si se prefiere un diseño más dinámico. Una vez dentro del modelo VR quien está diseñando puede modificar todos estos detalles fácilmente con solo mover los mandos de todos esos parámetros, sin salir y tener que volver a entrar. No más ponerse y quitarse el visor.
Uno de los ejemplos que utilizan es el de la Librería Nacional Astana en Kazajistán, un diseño arquitectónico que ganó premios hace años y que es tan complejo que tiene forma de banda de Möbius (un curioso diseño matemático que tiene una sola cara y un solo borde, en este caso llevado a las tres dimensiones). Es conceptualmente tan extraño que es más fácil verlo desde dentro con un visor VR. Pero en este tipo de edificios estimar las diferentes curvaturas y disposición de las escaleras, plantas y espacios de trabajo puede ser una tarea demasiado tediosa. Parametrizando todo esto y permitiendo que los diseñadores manipulen ciertos parámetros, la tarea se vuelve mucho más interactiva y sencilla.
Esta técnica podría decirse que en cierto modo es algo así como «programación en vivo», pero diferente: como teclear código desde el entorno VR no es nada práctico, se deja en manos de los programadores parametrizar todos los valores que se puedan modificar, de modo que todo funcione con «mandos físicos», como deslizadores para aumentar o disminuir valores, ruedas para definir ángulos y otros elementos de interfaz del tipo «táctil», aunque más bien sean «virtualmente táctiles».
Además de la originalidad de esta nueva forma de diseñar, los investigadores han estudiado minuciosamente los ahorros de tiempo que supone trabajar de esa manera. Han observado que dado que permite saltarse varios de los pasos típicos en estas creaciones y muchas de las opciones y decisiones se pueden comprobar visualmente al instante, es un método más rápido y eficiente. Así que, en cierto modo, además de llamativo puede ser también una forma de ahorrar tiempo y costes en proyectos de este tipo.