Los dispositivos HUD (de heads-up display) no son precisamente nuevos; llevan usándose desde los años 40 en aviones militares y comerciales, además de que también se utilizaron en el transbordador espacial. En los coches se usan principalmente para mostrar datos como la velocidad o las indicaciones de los sistemas de navegación sobre el parabrisas, de modo que no hay que desviar la mirada. Desde hace tiempo ha llegado también su uso en las gafas de realidad aumentada como las de Intel, Microsoft, Epson y otros fabricantes innovadores.
En el ámbito del deporte los HUD también han sido una gran herramienta porque proporcionan datos en tiempo real a corredores o ciclistas: velocidad, distancia recorrida, frecuencia cardíaca, tiempos, promedios… Y todo sin tener que levantar la cabeza. Ahora gracias a la miniaturización de este tipo de dispositivos pueden usarse incluso en las gafas de natación, como es el caso de las Form Swim Goggles.
Su aspecto es el de unas gafas de natación normales y corrientes, con la diferencia de que una de las lentes lleva un HUD que proyecta la información (puede colocarse en el ojo izquierdo o derecho, a gusto del nadador).
El dispositivo lleva además varios sensores, entre ellos un giróscopio y un acelerómetro. A medida que se nada se registran los datos, que pueden verse en tiempo real proyectados sobre el HUD o consultarse después en el smartwatch, con el que se sincroniza vía Bluetooth. Las gafas son lo suficientemente “inteligentes” como para cambiar el modo en que muestran los datos según se esté nadando o en reposo.
Entre los datos registrados están la distancia y el consumo de calorías, los tiempos de cada paso, el número de brazadas (tanto la cuenta como el ritmo) y los promedios cada 100 metros. En el visor se reciben con grandes letras amarillas que destacan sobre el azul de la piscina; los datos que se quieran consultar se pueden configurar desde la app que acompaña a las gafas (para iOS o Android) y con la que se pueden analizar los datos en mayor profundidad.
