Medusas robóticas para limpiar el fondo de los océanos
Uno de los retos a los que se enfrentan las próximas generaciones es resolver el problema de la contaminación de los océanos. Y para ayudar en esa hercúlea tarea de limpiar la basura que nuestra civilización lleva siglos arrojando a los mares ha surgido una curiosa nueva idea tecnológica: utilizar unos pequeños robots que, trabajando solos o en equipo, limpien sigilosa pero pacientemente cada objeto arrojado a los fondos marinos, estanques o lagos. Según los expertos, más o menos el 70% de los objetos arrojados al mar se hunden hasta el fondo y el 60% son plásticos que resultan muy contaminantes.
Una medusa pequeña, pero capaz
- Silenciosas: no hacen mucho ruido.
- Rápidas: sus desplazamientos son ágiles (6 cm/s).
- Energéticamente eficientes: no requieren mucha energía (100 mW).
- Autónomas: con cierta capacidad de movimientos por sí mismas.
- Con brazos en forma de «garras»: para recoger objetos.
- Capaces de trabajar en equipo: para agarrar objetos de mayor tamaño.
Para conseguir todo esto emplean, como pueden verse en el vídeo, unos mecanismos que simulan ser los músculos de los brazos-garras del robot y se impulsan mediante una especie de membrana multicapa que puede ser a la vez suave o rígida.
Los brazos sirven para impulsar y desplazar el robot-medusa en diversas direcciones con movimientos similares a los de los animales acuáticos. La medusa tiene seis brazos unidos por una membrana, que desplazan el fluido para lograr impulso. Pueden controlarse individualmente para cambiar de dirección y pueden usarse incluso para «manipular» pequeños objetos sin tocarlos, removiendo el fluido que hay a su alrededor.
La medusa «recogebasura»
Cuando se trata de recoger objetos de cierto tamaño, como pueden ser restos de plásticos, mascarillas arrojadas al mar o restos de aparejos de pesca como las redes, un par de brazos-garras pueden agarrarlos con firmeza mientras el resto se encargan de propulsar la medusa hasta la superficie, donde pueden ser recogidos –y retirados o reciclados– por otros sistemas.
La forma en que funcionan estas garras es muy ingeniosa. Están construidas de un material de varias capas con la propiedad de que cuando se hace pasar la corriente se vuelve rígido; al desconectarla se ablanda. Haciéndolo rítmicamente es como se consigue el desplazamiento y, manteniéndolo rígido, la capacidad de agarrar objetos.
Además de la labor básica de descender, recoger y subir a la superficie los objetos del fondo marino, el software de control de las medusas puede complicarse de modo que sean capaces de trabajar en equipo. Esto permitiría que entre varias medusas robóticas pudieran elevar objetos más pesados, grandes o por alguna razón complicados.
En las pruebas que se realizaron con los prototipos se vio que ascender con una mascarilla quirúrgica es complicado para una sola medusa, pero fácil para una pareja trabajando de forma coordinada. Los ingenieros no descartan entrar en complicaciones mayores dado que en principio estas medusas son entidades que pueden actuar de forma bastante autónoma.
Un invento respetuoso con el medio ambiente
Los prototipos con los que se ha trabajado todavía son muy primigenios y requieren incluso de un par de pequeños cables que llegan hasta la superficie para alimentarlos con energía. Sus creadores están seguros de que podrán fabricar un modelo similar alimentado por baterías. Uniéndole un módulo de comunicaciones inalámbricas y otros mecanismos creen que a la larga podrían servir para lagos, ríos tranquilos e incluso –si todo progresa adecuadamente– para limpiar masivamente el fondo de los océanos de forma paciente e incansable.