En las ciudades en las que conviven automóviles y peatones muchas de las medidas tecnológicas que se incorporan son para proporcionarles mejores condiciones a ambos y especialmente para mejorar su seguridad. Uno de estos inventos, especialmente curioso, es el SmartWalk XM: un sistema sensor que regula la duración de los semáforos si detecta que todavía hay peatones cruzando.
¿Cuál es la idea? Tradicionalmente los semáforos tienen un ciclo automático siempre igual: un tiempo para los coches, otro normalmente más breve para los peatones. El tiempo para peatones depende de las circunstancias: la longitud del tramo que han de cruzar, el tipo de intersección y la coordinación con los semáforos cercanos, normalmente el que está en perpendicular a la vía que atraviesan y otros en el sentido de la circulación. Los ciclos a veces varían a diversas horas del día o según el estado del tráfico.
En ocasiones la luz verde de peatones parpadea cuando va a cambiar de color y en algunas ciudades incluso hay un “reloj con cuenta atrás”, para que a los peatones no les pille el cambio desprevenidos (o empiecen a cruzar cuando el semáforo va a ponerse en rojo). Sin embargo, hay calles en las que los tiempos son demasiado escasos, por ejemplo, para ancianos que caminan despacio, personas con niños o carritos y otras situaciones. Esto a veces provoca situaciones de peligro o accidentes.
Lo que hace el SmartWalk XM es tremendamente ingenioso: consiste en un emisor de microondas que “barre la escena” y observa, como si fuera una cámara, a las personas que cruzan los pasos de peatones. Si el tiempo se ha agotado (y la luz verde ya parpadea), pero todavía hay gente cruzando, puede ampliar el tiempo que el semáforo sigue parpadeando en verde. De este modo, los peatones más lentos pueden cruzar sin problemas.
El sistema se programa con diversos parámetros y modos, que permiten decidir cuándo y cuánto ampliar el tiempo de cruce del semáforo. El software tiene cierta capacidad para no hacer saltar “falsos positivos” o confundir coches con personas, lo que lo activaría a destiempo. Para instalarlo sólo hace falta alinearlo y unos minutos de programación. Existe en varias versiones, una de las cuales utiliza energía solar y es de bajo consumo; también hay otra que se activa cuando detecta la aproximación de coches a menos de 20 metros, para advertir de la situación. Esta última funciona de forma parecida a los semáforos que se pasan a rojo cuando los coches se acercan a velocidad excesiva en la entrada de los pueblos.
Un pequeño invento ingenioso que complementa a los semáforos convencionales y que en cruces conflictivos, o propensos a accidentes por diversas razones, puede resultar una excelente ayuda tanto para los peatones como para los vehículos que circulan por allí.
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