Investigadores de la Universidad de Cornell en colaboración con el Urban Tech Hub han desarrollado una herramienta a modo de gigantesco catálogo interactivo en el que se analizan más de 6 millones de árboles con infinidad de detalles sobre ellos. La idea es no sólo crear un censo detallado sino además analizar sus beneficios ecológicos: la cantidad de lluvia que retienen cada año, el beneficio económico que suponen y cuánto ayudan en la reducción de emisiones contaminantes en las ciudades. El trabajo es tan completo que hasta la prestigiosa revista Nature publicó sobre la iniciativa.
El Departamento de Parques y Recreación de la Ciudad de Nueva York ya catalogó hace años en su Mapa de Árboles unas 540 especies de árboles distintas en Manhattan, Brooklyn, Queens, el Bronx y Staten Island. Permite ver los miles de árboles que hay en la ciudad con solo acercarse haciendo un zoom con el ratón.
El nuevo trabajo está disponible como Tree Folio NYC y está más dirigido a entender y cuantificar el impacto de esos árboles de la ciudad. Va un poco más allá que el NYC’s Trees porque ha creado el mapa utilizando un modelo 3D de la ciudad y además añade las imágenes escaneadas de los propios árboles, obtenidas mediante LiDAR (escáner 3D).
A partir de estos datos se crea una especie de simulación de la ciudad en la que pueden verse los árboles y sus siluetas. En la página web hay que hacer zoom, esperar un poco a que se carguen los datos y luego hacer clic sobre los edificios para descargar sus modelos 3D y otro clic sobre los árboles para más información.
Con todos esos datos y un buen uso de las matemáticas y la física se pueden proyectar las sombras a lo largo de cualquier hora del día, los 365 días del año. En la versión web las barras deslizadoras permiten cambiar la fecha / hora. Con esos datos cabe calcular cuánta luz del sol y cuanta sombra llega a las calles y cuál es el «efecto mitigador» que tienen los árboles sobre la temperatura de los edificios y calles en que vive y trabaja la gente.
Muchos árboles, muchos datos
¿De qué cantidad de datos estamos hablando? Aunque al utilizar diversas fuentes se han tenido que combinar mapas de 2021 con otros del censo de árboles de 2015 y algunos de otras fechas, el conjunto se puede considerar significativo porque es un entorno que no cambia mucho. La cantidad de detalles manejados es impresionante, entre ellos, de cada árbol se conoce:
- Geolocalización sobre el mapa
- Especie
- Estado de salud
- Altura
- Frondosidad (diámetro de las ramas y hojas)
- Diámetro del tronco
Armados con todos esos datos los expertos han podido calcular que, de promedio, el 22% de la superficie de la ciudad está cubierta por los árboles, y esperan que se pueda aumentar al 30% para 2035. Naturalmente esto es un promedio estadístico: hay muchas zonas de grandes edificios, azoteas y tejados de hormigón o ladrillo, pero también hay otras grandes superficies como Central Park donde casi todo queda cubierto por las hojas y ramas de los árboles.
Análisis y conclusiones
Del examen de todas las zonas y barrios, así como de los efectos de las simulaciones de las sombras en distintas épocas del año, se ha visto que zonas con el mismo número de árboles pueden verse impactadas de formas muy desiguales. Existen herramientas como las de i-Tree para cuantificar ese impacto, incluyendo cuánto CO2 absorben, a cuántos kWh ahorrados equivale el frescor que generan (evitando el aire acondicionado) o su efecto filtrando el ozono, dióxido de carbono y otras partículas.
El estudio concluye que en general conviene que haya más árboles, aunque sean más pequeños y estén distribuidos en «corredores». Las zonas con unos pocos grandes árboles son interesantes, pero dejan más expuestas otras zonas que no se ven nada beneficiadas.
Otro aspecto es cómo conviven los árboles y los edificios. Los de media y gran altura (edificios altos y rascacielos) proyectan tanta sombra que básicamente anulan y hacen casi innecesaria la presencia de árboles. Pero esto también depende de su orientación: no son lo mismo las avenidas norte-sur que las calles este-oeste; en estas últimas la presencia de árboles es más relevante.
La conclusión es clara: «Se necesitan más cinturones verdes, no verdes prados». Afortunadamente con datos y estudios como estos, que pueden hacerse cada pocos años, se puede avanzar en entender cómo el diseño de las ciudades afecta a las condiciones medioambientales, cómo mejorarlas y hacerlas crecer de forma mejor e integrada con las necesidades del planeta.