Las vacaciones están al acecho y es momento de muchos preparativos, ilusiones y ganas de descansar. Para los que viajan en coche el ahorro de combustible es un punto interesante que no siempre se puede convertir en realidad, pero gracias a la información disponible hoy en día, ahorrar unos euros en cada depósito es factible casi para cualquiera, sin más que seguir unas pautas (que no trucos) sencillas. Claro que, como muchos pensarán, los motores actuales son tan eficientes que buscar el ahorro parece cosa de buscar la excelencia. Veamos cómo, aun así, podemos minimizar el gasto de combustible este verano, y en cualquier época del año.
Un coche a punto para ahorrar combustible
Las revisiones del coche sirven para muchas cosas, pero básicamente nos aseguran un chequeo pormenorizado de manos de los profesionales, siendo útil para detectar posibles problemas y para mantener al coche tan sano como el primer día. La recomendación habitual antes de las vacaciones de hacer una visita al taller oficial tiene doble sentido: salir de viaje sabiendo que lo hacemos con seguridad, y mantener el coche en su mejor estado de forma.
La presión de los neumáticos es la otra gran olvidada que influye mucho en el consumo de combustible. Cada modelo de coche tiene unas presiones recomendadas por el fabricante (detalladas en el manual, como todos sabemos) que están calculadas a la perfección teniendo en cuenta el peso del coche en vacío y cargado, y que nos conviene respetar porque se corresponden a los valores óptimos para que el neumático maximice sus características: mejor agarre en seco, lateral y sobre lluvia; consumo óptimo; desgaste óptimo. Si las sobreinflamos o las desinflamos, perderemos estos valores óptimos, igual que perdemos en seguridad.
De momento solo hemos hablado de ajustes básicos del coche para no consumir combustible extra, y es que en el fondo todas las técnicas de ahorro de combustible tratan de evitar el gasto excesivo de combustible, más que de reducir dicho consumo por debajo de ciertos valores “de fábrica”.
Pies de pluma y no sobrecargar el vehículo
En nuestras manos, o mejor dicho en nuestros pies, está otra de las claves para no gastar de más: cuanto más rápido viajemos, más consumiremos y no es algo que se pueda simplificar como un aumento lineal. Por encima de ciertas velocidades (que en realidad son ilegales) los consumos son mucho mayores que a velocidades inferiores, y se nota en el bolsillo. A las velocidades legales (máxima de 120 km/h en autovías, que no significa que debamos hacer esa media siempre), los consumos son estables porque el diseño de los motores favorece disponer de más par en ese régimen de revoluciones.
De la misma manera, la conducción que se conoce como “stop and go“, con cambios bruscos de velocidad (frenando fuerte para recuperar con el pedal a fondo, por decirlo así) juegan en contra del consumo. La anticipación en la conducción no solo nos permite regular mejor el pie en el acelerador, sino que es más segura. Ante una fuerte pendiente ascendente es mejor prepararse con anterioridad, que no tratar de recuperar velocidad en medio de la cuesta.
El repostaje es fundamental, pero más que en la técnica del mismo (en Internet puedes encontrar decenas de recomendaciones como presionar el gatillo del surtidor a medias para no generar gases), hay dos claves que podemos aplicar fácilmente: no apurar el depósito más allá de la reserva; buscar la gasolinera más conveniente en cuanto a precio. Este último consejo lo podemos llevar a cabo gracias a la multitud de aplicaciones para smartphone que nos permiten buscar estaciones de servicio en el camino.
Existen otras cosas sencillas a tener en cuenta a la hora de plantearnos un viaje, como no sobrecargar el vehículo con equipaje, circular con las ventanillas cerradas por encima de los 50 km/h, ajustar la climatización para que resulte agradable, pero “sin forzar”, que nos permitirán, de nuevo, no consumir combustible en exceso.
Ahora tan solo nos queda disfrutar del viaje y de las vacaciones.