Los sistemas de aparcamiento mecánico o robotizado son tan antiguos que se remontan a principios del siglo XX, cuando en París se empezó a usar un primitivo sistema de plataformas elevadoras para subir y bajar los coches a un edificio en el que luego los empleados los aparcaban o desaparcaban meticulosamente. Un siglo después se puede decir que esa tecnología ha avanzado mucho.
Las razones para usar estos sistemas son variadas y muy evidentes: el espacio en las grandes ciudades es carísimo y cuantos más coches se puedan aparcar por metro cúbico, mejor que mejor. Un aparcamiento robotizado puede aparcar los coches más juntos, en plantas con techos mucho más bajos y realizando movimientos que serían imposibles conduciendo. De ahí que se planteen como una solución técnicamente posible aunque su viabilidad económica dependa de otros muchos factores, principalmente el coste de instalación, mantenimiento, su agilidad y su propensión a fallos.
En este sentido es interesante ver que existen soluciones de todo tipo de infinidad de fabricantes; Westfalia Tech tiene, por ejemplo, un edificio completo con estos sistemas en el 500 Walnut de Filadelfia: con varias plantas, plataformas giratorias e incluso recarga para vehículos eléctricos. Del mismo estilo son muchas torres de aparcamiento como la de STMY en China, que aprovecha una estructura básicamente circular de varias plantas.
Otro tipo de aparcamiento automático con menos requerimientos es el que Serva tiene en el aeropuerto de Düsseldorf: un gigantesco robot que atrapa y levanta los vehículos, llevándolos de un lugar a otro. No es tan ágil como otros sistemas, pero funciona; utiliza sensores para calcular las distancias, orientarse y no dañar a los coches.
Mucho más llamativo e incluso se diría que “simpático” es el robot de aparcamiento de Stanley Robotics. Está instalado en el aeropuerto Saint Exupéry Airport de Lyon (Francia) y a diferencia de todos los anteriores funciona en un aparcamiento exterior que por lo demás es “normal y corriente”, aunque lo tiene todo reservado para él. Es una plataforma que eleva los coches como hacen las grúas y una cabeza motora (curiosamente antropomorfizada, se diría que incluso simpática) que los desplaza hasta el lugar adecuado. Los coches quedan prácticamente pegados unos a otros, ahorrando mucho espacio. Se espera que cuando el despliegue en el parking 5 de Lyon se haya completado, la capacidad haya pasado de 8.000 plazas a 12.000: eso es un 50 por ciento más de coches en la misma superficie.
Otra idea estupenda y muy avanzada que se vio hace unos años es la de los robots AVERT (iniciales de Autonomous Multi-Robot System for Vehicle Extraction and Transportation). Como puede verse a partir de la mitad del vídeo son pequeñas unidades autónomas que funcionan en equipo. Actúan por parejas y cada unidad atrapa las dos ruedas delanteras o traseras con sumo cuidado y las eleva. Una vez que el coche está “flotando” se mueven grácilmente para aparcarlo en el lugar indicado, sin problemas con los giros complicados porque tienen gran libertad de movimiento. Este sistema es especialmente brillante porque cada unidad robótica es más pequeña (y probablemente barata), se pueden instalar tantas como sean necesarias y no parece que sean muy propensas a fallos mecánicos, además de que serían rápidamente reemplazables por otras. Eso sí: no parece un sistema muy rápido, pero es que en estas cosas todo es mejorable.
