La NASA planea enviar una misión tripulada a la Luna en 2024, algo que no hace desde 1972 cuando envío la misión Apolo 17. Esta nueva aventura ha recibido el nombre de Programa Artemisa, en honor a la mitológica hermana melliza de Apolo. Si todo va bien llevará a la primera mujer hasta la superficie de nuestro satélite. El desarrollo tecnológico que implicará además permitirá llevar futuras misiones a Marte y quizá a otros planetas del Sistema Solar.
El formidable desarrollo tecnológico que implica una misión de este tipo cubre innumerables aspectos, desde los desarrollos de ingeniería aeroespacial a los robots que acompañen a la tripulación, los trajes espaciales e infinidad de sistemas de las naves. Pero a diferencia de las misiones Apolo de los 60 o 70, en los aspectos técnicos actuales hay un importante componente internacional. Básicamente, un sólo país no puede “construirlo todo”. Y tampoco va a estar sólo en el espacio.
Esto ha llevado a la NASA a desarrollar los Acuerdos Artemis, una serie de principios para la exploración civil del espacio. Tiene algunas partes técnicas y otras más genéricas sobre las “políticas de exploración”, con un enfoque importante en la sostenibilidad de estas actividades. Estos Acuerdos amplían en cierto modo el Tratado sobre el espacio exterior que rige actualmente desde 1967 y que han firmado más de cien países.
Estas son las grandes líneas de actuación:
- Propósito pacífico – La exploración del espacio ha de tener siempre fines pacíficos.
- Transparencia – Todos los países que participen deben ser transparentes respecto a sus planes y políticas.
- Interoperabilidad – Se deben utilizar estándares internacionales o desarrollar nuevos estándares de modo que resulten prácticos de la forma más amplia posible.
- Asistencia en caso de emergencia – Esto incluye priorizar el rescate y ayuda a astronautas en situaciones de emergencia, garantizar su vuelta a la Tierra y también de las naves y objetos lanzados al espacio.
- Registro de objetos espaciales – Algo importante para crear un archivo de las actividades públicas, privadas y poder coordinar esfuerzos y evitar interferencias.
- Publicación de datos científicos – Todos los participantes deben publicar de forma abierta sus datos científicos al completo y de forma rápida y eficiente, para beneficiar a otros que estén realizando labores de exploración espacial.
- Proteger los bienes de interés cultural – Importante para la conservación de lugares y objetos, algo tan relevante en el espacio como ya hacemos en la Tierra.
- Recursos espaciales – Los recursos que puedan encontrarse en la Luna, Marte y los asteroides serán seguramente críticos para el correcto desarrollo de la exploración espacial (minerales, agua, combustible…) así que su uso habrá de regirse bajo las reglas del Tratado sobre el espacio exterior.
- Seguridad de las actividades – Es importante que todas las naciones proporcionen información acerca de las “Zonas de seguridad” en las que vayan a realizar operaciones para evitar interferencias y potenciales problemas.
- Retirada de naves y restos espaciales – Se debe tener en cuenta que hay que reducir la “basura espacial” y procurar retirar los restos espaciales, objetos y naves, de forma segura cuando terminen sus misiones.
Es interesante ver cómo muchos de estos aspectos son igual de aplicables aquí abajo en la Tierra para que todo funcione mejor. Principios como los de la interoperabilidad, el uso de estándares y la retirada segura de los objetos una vez ha terminado su vida útil podrían aplicarse a muchos ámbitos: aviones, coches, motos… Y desde el punto de vista científico, la transparencia y publicación de datos abiertos cobran cada día más importancia. Queda claro que la tripulación de la primera misión del Programa Artemisa irá acompañada de unos buenos principios, con los que seguramente nos iría mejor aquí en la Tierra si los aplicáramos a conciencia.