Si hay algo inconfundible en un coche nuevo es su olor característico. Es un olor a nuevo que detectamos gracias a nuestro sentido del olfato y que curiosamente resulta en cierto modo inimitable. Hay olores similares en otros objetos: un libro nuevo, un ordenador nuevo o un sofá nuevo… pero no son lo mismo. ¿Cuál es la razón?
Según explican los científicos, el peculiar olor de los coches nuevos tiene que ver con los materiales que se utilizan en su fabricación: plásticos, adhesivos, metales, tejidos y polímeros –entre otros– que desprenden compuestos orgánicos volátiles. Algunos matices del olor proceden también de los compuestos lubricantes o incluso del olor de la gasolina. Toda esa mezcla se acumula durante la fabricación en el interior del vehículo y luego nuestro olfato resulta extremadamente eficaz a la hora de detectarlo y “clasificarlo” con lo que normalmente llamamos “olor a nuevo”.
Dado que los olores son principalmente subjetivos, el “olor a nuevo” no es necesariamente “bueno” ni “malo”. Y aunque mucha gente lo aprecia, también hay a quien no le resulta especialmente agradable. En su momento hubo cierta polémica acerca de si esos compuestos volátiles podrían resultar en algún modo nocivos para la salud, pero no hay nada concluyente al respecto si se han utilizado los materiales adecuados y el ambiente está razonablemente ventilado. De hecho, se han llegado a analizar las partículas del aire interior mediante pruebas químicas: el resultado es que en condiciones normales esos compuestos no resultan tóxicos, aunque a las personas especialmente sensibles o con ciertas alergias pueden producirles cierta incomodidad.
El simple hecho de que el coche pase varios días en exposición o guardado en el concesionario, al igual que el hecho de usar el aire acondicionado o abrir las ventanillas durante los primeros días hace disminuir notablemente las concentraciones de las partículas que producen ese “olor a coche”, que de forma natural acaba perdiéndose. Pese a esto, en algunas regiones existe una normativa relativa a la concentración de esos compuestos orgánicos volátiles, que los fabricantes miden tan pronto los vehículos salen de las fábricas. El “olor a nuevo”, que normalmente percibimos, es prácticamente el olor residual una vez superadas esas pruebas. Lo que es más: debido a la capacidad de sus filtros en los sistemas ambientales el aire del interior de algunos vehículos es más limpio que el aire del exterior.
Mención aparte merecen algunos equipos especializados en olores, como el llamado Smell Team de Volvo, Los Olfateadores. Son una especie de catadores especializados en olores que se dedican a la complicada tarea de juzgar si un olor es agradable o desagradable. Actúan como un panel de expertos analizando muestras, comparando olores y convirtiéndolos en tablas de números para poder valorarlo mejor –de modo que no sea una simple cuestión de gustos personales. Utilizan una escala del 1 al 6, de “inapreciable” a “insoportable”, pasando por el 3 “se nota pero no molesta”, y analizan cada uno de los compuestos que se pueden aislar. Tal y como explican, “nuestro mundo son los olores textiles, de la goma y el pegamento con un único objetivo: hacer más confortable el ambiente del interior de un coche”. Sin duda, habrá quien piensa que estar todo el día “oliendo coches nuevos” es uno de los mejores trabajos del mundo.