Los coches eléctricos están en pleno desarrollo. Uno de los focos de investigación principales está puesto sobre la autonomía de sus baterías y la recarga de las mismas. En el momento actual, la tecnología de recarga de baterías está muy por detrás del repostaje clásico de los vehículos con motor de combustión, y a la vez, con un solo depósito de diésel o gasolina se duplica o triplica la distancia recorrida con una sola carga de las baterías.
Los intentos por reducir las dimensiones de las citadas baterías y, a la vez, multiplicar su capacidad de almacenamiento (la mayor parte de los cuales pasan por utilizar metales más apropiados que, a su vez, son caros o de obtención complicada), se complementan con las investigaciones imaginativas que nos permitirían recargar las baterías más rápido o, sin ir más lejos, sin siquiera tener que detener el vehículo. La recarga inalámbrica sería una de las mejores formas de obtener energía eléctrica para los coches, pero ¿cómo funciona?
Recargar el coche mientras nos movemos es posible
Gracias a la posibilidad de generar una corriente eléctrica en un cuerpo expuesto a un campo magnético variable es posible pensar en un dispositivo especial sobre el que se sitúe un coche eléctrico, y recargue sus baterías sin necesidad de conectores especiales
La recarga inalámbrica se denomina en realidad recarga inductiva, y se basa en la relación intrínseca entre electricidad y magnetismo. La ley de Faraday es la que describe el proceso de la inducción electromagnética, o lo que es lo mismo, la posibilidad de generar una corriente eléctrica en un cuerpo expuesto a un campo magnético variable. Gracias a esta peculiaridad es posible pensar en un dispositivo especial sobre el que se sitúe un coche eléctrico, y recargue sus baterías sin necesidad de conectores especiales, o que haya planteamientos reales de construir carriles de autopista que son en realidad cargadores inalámbricos para los vehículos eléctricos.
Este tipo de recarga a distancia ya se utiliza en otras tecnologías, como los smartphones. Existen decenas de proveedores de cargadores inalámbricos que nos permiten este tipo de carga, y uno de sus principales puntos débiles es la eficiencia: mientras que con un cable obtenemos un porcentaje de eficiencia cercano al 100%, mediante recarga inalámbrica no se transfiere toda la energía que cabría esperar, sino que, por decirlo así, algo se pierde (de una manera similar a la eficiencia de la conexión WiFi con respecto a la conexión por cable directo al router).
En este vídeo bastante explicativo podremos ver cómo funciona la recarga inalámbrica de autobuses utilizando la propia vía como cargador. Es algo que ya se utiliza en Corea del Sur (como muestra este vídeo).
De esta forma, un vehículo puede ir recargando baterías a medida que se mueve. Por poner un ejemplo que, en realidad, tiene algo que ver, sería como disponer de una “dinamo externa”. Las “dinamo” de las bicicletas también siguen el principio de la inducción electromagnética para generar una corriente eléctrica a partir del campo magnético variable que se genera a partir, a su vez, del movimiento mecánico. Si has utilizado dinamos en tu bicicleta recordarás que la corriente eléctrica generada no era muy constante que digamos, y la luz titilaba, a veces demasiado. Para la recarga inalámbrica deberíamos confiar en que esos problemas están superados.
La recarga inductiva puede realizarse con el vehículo parado, situado sobre la plataforma de recarga, o bien en movimiento. El hándicap: el coste de instalación de carriles enteros (en Corea existe uno de 12 km de largo); también estaría la cuestión de cómo se cobra por la recarga. La gran ventaja es la de disponer de energía para alimentar el vehículo de una manera sencilla y transparente para el conductor.
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