¿Cómo se reconstruye un accidente de tráfico?
La siniestralidad vial es una de las mayores preocupaciones para la sociedad y para la Dirección General de Tráfico. La prevención de accidentes es una prioridad tanto desde el punto de vista de los fabricantes como de las instituciones y de los conductores. Sin embargo, siguen produciéndose incidentes en la carretera que tienen una o varias de las siguientes causas: el usuario de la vía, el vehículo y la propia vía. Una “interacción incorrecta” entre estos tres elementos da lugar a lo que llamamos accidente de tráfico, algo que de ningún modo es simple.
Existen innumerables variaciones en los escenarios que son posibles por la interacción de muchos factores, ya sea en los componentes del accidente o en las circunstancias que dan lugar a él. Un accidente aparentemente simple y claro puede tener un giro oculto, algo que altera la conclusión de un investigador. Un experto en reconstrucción de accidentes tendrá en cuenta la compleja interacción de factores y podrá reconocer detalles sutiles que de otra manera pasarían desapercibidos.
En la reconstrucción de accidentes de tráfico entra en juego la dinámica del vehículo y cualquier aplicación deficiente de la metodología forense, un error o un razonamiento incorrecto pueden llevar a una conclusión errónea.
La investigación del escenario del incidente es clave, y en ella se revisan multitud de factores y pruebas. Se examinan las marcas que quedan sobre la vía, la posición final en la que quedan los vehículos implicados, los restos y los escombros, se toman fotografías y medidas, y se examinan los vehículos y los alrededores para encontrar lo que se denomina transferencia de evidencia (como puede ser marcas de pintura en los coches, cristales, fibras o sangre).
El investigador debe también recabar toda la información posible en el lugar del incidente, ya sea por los datos recogidos, por las declaraciones de los testigos y de los implicados, mediante bocetos de lo sucedido y, en fin, cualquier pizca de información que esté relacionada con lo que ha sucedido. En caso de que existan grabaciones en vídeo que recojan el incidente tendrán, como es lógico, un gran peso en la investigación. Además, los investigadores cuentan con potentes herramientas de simulación capaces de recrear diferentes escenarios que desemboquen en el accidente.
Una técnica que se utiliza actualmente es la fotogrametría. Se toman fotografías elevadas de la escena del accidente gracias a una pértiga, y luego se compone una fotografía superior que abarca toda el área de interés para su estudio. De esta manera se pueden comprobar las trayectorias de los vehículos implicados desde el golpe hasta que se detienen. Estas fotografías también se podrían hacer mediante drones.
Hay indicadores que ayudan a los investigadores a esclarecer los hechos (y si los vehículos cuentan con algún tipo de caja negra, mucho mejor). Por ejemplo, si los intermitentes estaban en uso en el momento de la colisión, el calor del filamento de la bombilla habrá provocado que se deforme en el impacto. Esto es importante para determinar si ese conductor estaba adelantando, por ejemplo. Otra medida importante que se puede hacer in situ es examinar las deformaciones de las carrocerías y chasis.
Es posible determinar la fuerza de la colisión a partir de los datos que puede aportar el fabricante del vehículo, teniendo en cuenta el modelo y el año de fabricación. Si además se meten en la ecuación el coeficiente de fricción de los neumáticos sobre el asfalto, el estado de la vía y las informaciones a partir de las fotografías aéreas es posible estimar la velocidad aproximada de la colisión con bastante precisión.