El tiempo necesario para alcanzar los 100 km/h desde parado se ha utilizado como indicador de la capacidad de aceleración de un coche. En concreto, las marcas de coches deportivos, que presumen de un rendimiento de aceleración superior, llevan mucho tiempo librando una batalla invisible en este campo. Sin embargo, a medida que aparecen vehículos con motores eléctricos, que tienen un par superior en comparación con los de combustión, la competencia por el rendimiento de aceleración ha comenzado a entrar en una nueva fase. Es más, el rendimiento de los vehículos eléctricos ha mejorado tanto que ya se habla de 0-200 km/h más allá de 0-100 km/h.
Fuera del ámbito de los superdeportivos, a medida que el mercado de vehículos eléctricos está creciendo rápidamente, también existe un mayor interés en su velocidad y el rendimiento. A pesar de que se piensa que son más lentos que los de combustión, la realidad es que superan a estos. De hecho, los vehículos eléctricos son capaces de acelerar mucho más rápido que los de gasolina. Una de las razones de esto es que los motores eléctricos producen su par máximo desde parado, por lo que hay un par instantáneo que permite acelerar rápidamente desde parado. Esto contrasta con los motores de combustión interna, que requieren mayores revoluciones para producir el par máximo. Así, una de las ventajas de los vehículos eléctricos es que aceleran rápidamente al empezar a circular. Son claramente superiores en aceleración temprana.
Mientras que la velocidad máxima de un automóvil eléctrico puede estar limitada por la tecnología de la batería y el motor, la de un automóvil de gasolina puede estarlo por el motor y la transmisión. La velocidad máxima de los coches eléctricos depende de la potencia de sus motores de accionamiento. Pero también está determinada por el rendimiento de la batería y el diseño aerodinámico del vehículo. A mayor potencia de la batería, más electricidad podrá aportar al motor y, por tanto, puede ir más rápido. Los motores más eficientes también brindan más velocidad porque son capaces de convertir una mayor cantidad de electricidad que le proporciona la batería en energía. Por eso, la velocidad más alta de los vehículos eléctricos actuales suele estar limitada porque al utilizar la electricidad para impulsarse, esta medida garantiza una mayor autonomía del vehículo (y también la protección del motor y la batería).
Oficialmente, el coche eléctrico con una mayor velocidad máxima es el Rimac Nevera, que alcanza los 412 Km/h, según una prueba realizada en la pista Automotive Testing Papenburg en Alemania. Esto equivale a viajar a un tercio de la velocidad del sonido, según resaltó el piloto que llevó a cabo este hito, Miro Zrnčević. Asimismo, es el coche eléctrico con la aceleración más alta del mundo: pasa de 0 a 100 km/h en 1,97 segundos. En cuanto a velocidad de aceleración, el más rápido del mundo actualmente es el modelo Aspark Owl que acelera de 0 a 100 km/h en unos increíbles 1,89 segundos.
Frente a la tecnología que avanza y permite batir récords de velocidades, algunos fabricantes han optado por limitar la velocidad de los coches como medida de seguridad al volante. Volvo Cars es una de ellas: desde 2020, todos los vehículos nuevos vienen de fábrica con una limitación de velocidad máxima a 180 km/h. Es más, para cuando conduce el coche alguien joven o inexperto, Volvo Cars ofrece la posibilidad de limitar la velocidad máxima mediante la llave Care Key. Esta realiza las mismas funciones que las convencionales, pero permite configurar un perfil de usuario y sirve para definir la limitación de velocidad, que se activa cuando se abre el automóvil con esta llave.
El hecho de que los coches eléctricos sean cada vez más rápidos llevó a las autoridades alemanas a plantearse limitar la velocidad en las autopistas. Sin embargo, por ahora las han mantenido sin límite porque los datos (obtenidos en 2021) revelan que los conductores de coches eléctricos allí mantienen una velocidad adecuada de circulación para ahorrar en electricidad y optimizar la autonomía de la batería.