Posiblemente la aplicación más interesante de la realidad virtual está en el terreno de la simulación, en el sentido de utilizar las herramientas a nuestro alcance para entrenar capacidades específicas, o a profesionales que desempeñan actividades de gran importancia, precisión, peligro o especialidad. En muchos casos, entrenar estas habilidades en el “mundo real” no es posible por diversos factores, entre los que pueden destacar el coste económico, y el riesgo físico de sufrir algún percance.
Por ejemplo, un neurocirujano no puede practicar su técnica con pacientes reales; tiene que hacerlo de otra manera que no entrañe el enorme riesgo de cometer un error; un especialista en desactivar explosivos, o alguien que manipule productos peligrosos o trabaje en la extracción de gas, o cualquier tipo de industria calificada como peligrosa, no puede ejercitar los protocolos de seguridad en un entorno real.
Es por ese motivo que la realidad virtual será una gran aliada en el entrenamiento de estos profesionales especialistas. La simulación siempre ha sido aliada en los entrenamientos de astronautas, pilotos de aviación o pilotos profesionales de carreras (por ejemplo, pilotos de Fórmula 1), pero la llegada de la realidad virtual supondrá un gran paso adelante. Ya lo es, de hecho. Utilizando un equipo adecuado, quien entrena verá cómo está inmerso en el escenario que esperaría encontrar, y experimentará las sensaciones necesarias para que el entrenamiento no solo sea completo, sino mejor.
Otro ejemplo es el de los cirujanos, como ya introdujimos anteriormente. NeuroVR es una herramienta para practicar diversos tipos de operaciones de neurocirugía, con una amplia gama de ejercicios derivados de imágenes reales de pacientes, y más de 30 módulos que cubren habilidades esenciales del futuro neurocirujano. Además cuenta “con representaciones realistas de tejido cerebral, vasos sanguíneos y tumores, sonidos realistas y retroalimentación táctil“.
Otro ejemplo interesante es el de los trabajadores de las plataformas petrolíferas, que empezaron a recibir formación con realidad virtual en 2014, pasando de entrenamientos teóricos con presentaciones de Powerpoint a experimentar en “primera persona” los protocolos y las operaciones necesarias, “in situ”. De hecho, existen muchas herramientas de este tipo en el sector de la extracción, y no solo en plataformas petrolíferas, sino también en campos petrolíferos. La seguridad es vital en esos lugares, y las tasas de accidentes fatales en el sector es muy elevada, y justifica la inversión en tecnología para mejorar esas condiciones laborales.
La realidad virtual proporcionará una experiencia de inmersión total, lo cual es interesante en los sectores que comentamos, en los que el coste del entrenamiento es enorme debido al riesgo inherente a las actividades. Sin embargo, en otras actividades bastaría con disponer de realidad aumentada, es decir, bastaría con realizar entrenamientos reales con la ayuda de esa realidad aumentada en la forma de etiquetas, flechas, indicaciones visuales, y demás técnicas.
Y es que un set completo de realidad virtual no es precisamente barato, si buscamos calidad de imagen y la mejor experiencia disponible. HTC Vive y Oculus rift son dos de las opciones domésticas más interesantes, pero sus precios no son exactamente accesibles. Los dispositivos por separado sí podrían serlo (Oculus parte de 600 euros), pero el equipo completo para disponer de una prestación decente, sumando el dispositivo de Realidad Virtual, podría partir fácilmente de los 2.000 euros…
En los industrias o sectores en los cuales el riesgo de sufrir un accidente con un coste elevado en cuanto a vidas humanas o daños materiales, será más rentable invertir en formación con programas de realidad virtual de gran calidad; en otros sectores quizás habrá que esperar a que estos dispositivos estén más extendidos y los costes sean mejores. Pero una cosa está clara: la realidad virtual (y la aumentada) son el futuro del entrenamiento y la formación.