Los atascos de tráfico son un problema global para las grandes ciudades. Miles de coches acceden diariamente por las mismas entradas, carreteras y circunvalaciones y, prácticamente, lo hacen a las mismas horas, con lo cual la congestión es inevitable. Sin embargo, gracias al Big Data será posible optimizar el tráfico y reducir, si no eliminar, los atascos de tráfico en las ciudades.
En un futuro indeterminado, aunque probablemente cercano, los coches autónomos evitarán la congestión del tráfico gracias a sus propios medios, y lo harán (adivinadlo) gracias a estar conectados a una nube en la que cada vehículo compartirá información con los demás, de manera que todos se puedan hacer una idea de cómo está la situación a lo largo de su ruta.
Podrán así tomar decisiones, modificar rutas o incluso retrasar o adelantar el desplazamiento para obtener resultados óptimos. Mientras esa realidad no llega, el problema de los atascos y sus causas sigue estando ahí presente, sobre todo en grandes núcleos urbanos como las grandes capitales mundiales o, sin ir más lejos, nuestra propia capital y otras ciudades grandes de España.
Hoy, sin coches autónomos que gestionen su propia participación en el tráfico, alguien ha de tomar la iniciativa y procesar cantidades ingentes de datos que, una vez analizados, servirán para optimizar rutas de tráfico, semáforos y otros elementos clave de la circulación. Si nos paramos a pensar, la cantidad de datos por segundo que se generan a partir del tráfico en las grandes ciudades es ingente, de ahí considerarlo como Big Data.
Para Carolina Osorio, profesora e investigadora del MIT, la obtención de datos a partir de cámaras y sensores repartidos por las ciudades sirve para alimentar un algoritmo diseñado por ella que es capaz de racionalizar el tráfico, dividirlo en pequeños problemas y proponer (o llegar a) soluciones que agilicen el mismo. Por ejemplo, variando las frecuencias de varios semáforos dependiendo del flujo actual del tráfico.
Su principal objetivo a corto plazo es mejorar el tráfico en la ciudad de Nueva York reduciendo en un 20% los atascos mediante estas medidas comentadas, cambiando la frecuencia a la que se regulan los semáforos en vías principales, además de las vías afluentes. Un 20% menos de atascos puede parecer un objetivo modesto, pero no lo es en absoluto: el tráfico en esta ciudad es un problema importante. Estos gráficos corresponden a un estudio de TomTom realizado con datos de 2016 en NYC:
Como vemos, la congestión de tráfico implica una media de 34 minutos más de tiempo empleado por desplazamiento y un total de 129 horas anuales “perdidas” en los atascos. Lo que es peor no es esto, sino que en 2016 se incrementó en un 2% ese tiempo perdido, y la tendencia es al alza. Por ello, una reducción del 20% colocaría el tiempo medio perdido en torno a los 25-27 minutos y sería, sobre todo, una gran prueba piloto para mejorar el algoritmo y reducir aun más la congestión.
Los resultados mejorarían a medida que proliferen los coches conectados y las apps, por la sencilla razón de que el algoritmo dispondría de más datos de entrada con los que realizar cálculos más precisos. Es una gran innovación que se debería fomentar aumentando el apoyo de los ayuntamientos (permitiendo instalar más sensores y cámaras) y renovando el parque móvil para tener más coches conectados.
No solo se ahorra tiempo en los atascos, sino que se gana tiempo de calidad para todos, ya sea para trabajar mejor, o para disponer de más tiempo libre. ¿No vale la pena?
Vía | Vodafone One