La aparición de los faros de xenón supuso una de las mayores revoluciones en cuanto a los sistemas de iluminación en los coches. Estos faros son lámparas de descarga de gas que se caracterizan por ofrecer una gran claridad, más potencia que las luces tradicionales y una mayor durabilidad, además de que con ellas podemos cubrir con facilidad toda la carretera.
El funcionamiento básico de los faros de xenón es sencillo, pues el encendido de las luces se produce gracias a un arco eléctrico entre dos electrodos que se encuentran inmersos en gas xenón a alta presión, así como mercurio y otras sales metálicas. Es decir, en lugar de disponer de filamentos, el “conductor” es un gas a alta presión que emite luz al paso de la corriente eléctrica. Para su encendido se necesita un impulso de alta tensión, para lo que se pueden requerir acumuladores específicos. Eso sí, en proporción a la potencia lumínica que proporcionan, consumen menos electricidad que los faros halógenos.
Aparte de las ventajas de una mayor capacidad de iluminación (entre el doble y el triple de luminancia que una bombilla halógena), una mayor durabilidad (hasta cinco veces la durabilidad de los faros halógenos) y un menor consumo eléctrico, los faros de xenón tienen alguna desventaja, siendo la principal lo complejo de su sustitución, que ha de ser realizado por un especialista. También pueden deslumbrar con facilidad a otros conductores, de ahí que los faros con esta tecnología suelan incluir sistemas de regulación automática de altura.
Otra desventaja es que tienen temperaturas de funcionamiento muy elevadas (para un correcto funcionamiento necesitan alcanzar temperaturas superiores a los 3.000 grados Kelvin), lo que implica que deben estar muy bien refrigerados, y por otro lado su encendido es bastante lento (tardan entre 1 y 3 segundos en alcanzar la máxima capacidad de iluminación).
En la comparativa entre faros LED y faros de Xenón para el coche, ¿quién gana?

Esta es una pregunta con una respuesta bastante compleja. Los faros LED (como los que incorpora el nuevo Volvo XC60, o el Volvo XC90 que tenemos sobre estas líneas) están formados por varios grupos de diodos LED que tienen diversas ventajas, entre otras la casi nula latencia lumínica (nos dan el 100% de la intensidad de luz en una fracción de segundo, casi inapreciable), su escaso consumo eléctrico y una (teóricamente) larguísima durabilidad. Además, la luz de estos faros LED es blanca (5000k), y en realidad es más difícil deslumbrar a otro conductor con los faros LED que con faros de xenón.
A día de hoy la diferencia de precio entre ambas tecnologías es mínima, así que la decisión de qué sistema de iluminación elegir parece más una cuestión subjetiva que objetiva. Es decir, que la percepción de cada conductor ante la iluminación que proporciona una tecnología u otra puede ser decisiva.
Sí podemos asegurar que el nivel de iluminación de los faros LED es excelente, instantáneo y proporciona una luz blanca que, además, tiene la ventaja de que puede regularse automáticamente variando la intensidad de los grupos de LED independientemente, de manera que se hace muy difícil deslumbrar a otros conductores como sí pasa en el caso de los faros de xenón. Por contra, el faro de xenón concentra más la luz y tiene mayor profundidad, mientras que el LED reparte mejor la luz y nos proporciona mayor amplitud de visión.