Algunas invenciones del mundo del automóvil tienen orígenes muy curiosos; basta recordar el caso del sistema de control de crucero (inventado por un ciego) o de los dummies que utilizan en las pruebas de seguridad (que surgieron de las pruebas del ejército). Hoy que las autoridades realizan incluso campañas de seguridad para destacar la importancia de la señalización visual y los intermitentes no está de más repasar su origen.
En este caso estamos hablando de Florence Lawrence (1886-1938) una auténtica pionera que fue conocida como “la primera estrella del cine” en la época en la que los nombres de actores y actrices ni siquiera aparecían en los títulos de crédito de las películas. Al igual que Hedy Lamarr –rutilante estrella que además era ingeniera y adelantó algunas de las ideas de la tecnología moderna de la telefonía móvil y el WiFi– Florence Lawrence fue una pionera del mundo del automóvil, algo novedoso para su época.
Además de su carrera como actriz, produjo y comercializó una línea de cosméticos en los años 20. Los coches eran muy caros a principios del siglo XX, pero cuando comenzaron a dejar de ser una rareza –y gracias a sus ingresos como estrella de cine– pudo adquirir su primer coche en 1913. Era lo que hoy llamaríamos “una entusiasta del mundo del motor” y le gustaba inventar accesorios y mejoras para su vehículo.
Entre esas invenciones hubo dos que pasaron a la historia, aunque con pequeñas variantes. La primera era uno “brazo indicador de dirección” que iba instalado en la parte trasera del coche y que se podía mover a izquierda o derecha antes de realizar los giros pulsando unos botones. Fue el precursor de los actuales intermitentes luminosos, aunque su funcionamiento era puramente mecánico. Se dice que Percy Douglas-Hamilton desarrolló un sistema similar en Inglaterra algún tiempo antes, pero por lo general se considera que ambas invenciones fueron independientes, y que Florence Lawrence desarrolló por sí misma toda la mecánica de su invento.
Otra invención de Florence Lawrence fue una señal de “stop” que también aparecía mecánicamente en la parte trasera cuando se pulsaba el pedal de freno, y precursora de las actuales luces de freno rojas. Todo era rudimentario, pero acerca dos conceptos clave hoy: que los coches deben “comunicarse” y que las medidas de seguridad son importantes. Se ve que estas iniciativas eran “cosa de familia”: su madre inventó también una variante de los limpiaparabrisas eléctricos allá por 1917.
Los inventos de Florence Lawrence eran útiles para evitar accidentes y ella nunca los patentó. Años después, hacia 1925, aparecerían las primeras patentes de intermitentes y luces de freno eléctricas y más tarde compañías automovilísticas como Buick los incluirían de serie en sus vehículos. Pasarían décadas hasta que todos los coches las incorporaran, y de hecho los códigos de circulación contemplan las “señales con los brazos” como forma de comunicar las intenciones de giro en caso de que fallen las luces o se circule en vehículos que no los incorporen.
Florence Lawrence tuvo un final trágico tras una vida llena de altibajos y que no le resultó nada fácil, incluyendo un pavoroso incendio del que salió con graves heridas. Hoy en día nos quedan sus películas y el recuerdo en cada pisada de freno y cuando suenan los clic, clic, clic de los intermitentes.
Fotos | Wisconsin Center for Film and Theater Research