Estamos muy familiarizados con la necesidad de cambiar de forma periódica el aceite del motor, el líquido de frenos o el anticongelante, pero no resulta tan conocido otro fluido imprescindible para conducir con seguridad un vehículo: el líquido de dirección o hidráulico del sistema de dirección asistida (del tipo hidráulica o electrohidráulica, las eléctricas no lo necesitan). Este aceite facilita girar el volante y, por tanto, las ruedas delanteras, sin esfuerzo y garantiza el buen funcionamiento de las piezas que componen ese mecanismo hidráulico, porque actúa como lubricante y, además, evita la corrosión.
El líquido de la dirección asistida se encuentra almacenado en un depósito de plástico situado debajo del capó cerca del motor (dependiendo del modelo de vehículo, unas veces está situado en el lado del pasajero y otras en el del conductor). En la tapa del depósito encontrarás algún indicativo de que es el recipiente del aceite hidráulico.
La dinámica para comprobar el nivel de líquido coincide con la del aceite del motor: se lleva a cabo mediante una varilla (se encuentra integrada en el tapón). Así que para saber si falta o sobra lubricante, retiras el tapón y limpias esta varilla medidora, la vuelves a introducir y luego la sacas de nuevo para ver si la marca de aceite se aproxima más al mínimo o al máximo (viene indicado en esta varilla).
Hacer uno mismo la sustitución no resulta un proceso tan sencillo como cambiar el aceite del motor, es bastante más complicado. Para empezar, necesitas un gato que eleve el coche y mantenga las ruedas delanteras con libertad de movimiento. Y para llegar al depósito, tal vez necesites desmontar algunas piezas. Deja esta tarea para los profesionales de los talleres si quieres asegurarte de que todo funcionará sin problemas una vez sustituido.
¿Cada cuántos kilómetros recomiendan cambiar este líquido? Dependerá del tipo de lubricante y de la cantidad que haya en el depósito, pero al menos cuando recorras entre 90.000 y 100.000 kilómetros. Guíate por lo que indique el fabricante. Existen algunas señales que indican que necesita ser repuesto. Sabrás que es hora de sustituirlo, por ejemplo, si oyes ruidos (se producen por la entrada de aire), notas cierta rigidez al manejar el volante (sobre todo cuando aparcas) y te cuesta más de lo normal girarlo o sientes como un movimiento entrecortado.
También si observas que el líquido se ha oscurecido o se ha mezclado con suciedad o existen fugas (verás una mancha o charco en el suelo). Si bien los colores más habituales de este fluido son el rojo, el verde y el amarillo, no puedes guiarte por ellos para cambiarlo, ya que podrían ser distintos en su composición. Lo que debes asegurarte al sustituirlo es que cumple con las especificaciones del fabricante (por ejemplo, el índice de viscosidad). Para saber qué tipo de líquido lleva tu coche, consulta su manual. Como suele suceder, en el mercado encuentras a la venta distintos tipos de líquido de dirección, los minerales y los sintéticos, y no se pueden mezclar entre ellos. Por su composición, los sintéticos son mejores para el vehículo y duran más que los minerales, pero su precio es más elevado.
Resulta muy importante no descuidar la sustitución del aceite de la dirección asistida, ya que cuando su nivel es demasiado bajo, se producen averías graves y muy costosas. La mejor manera de evitar cualquier problema con el líquido de la dirección asistida hidráulica es llevar el coche a las revisiones de mantenimiento de tu vehículo de forma periódica. En los talleres oficiales de Volvo revisarán cada componente de este sistema tan importante para una conducción segura.