La Agencia Espacial Europea (ESA) está teniendo un papel muy activo en el «retorno a la Luna» con el Programa Artemisa anunciado por la NASA.
Si todo va bien –hay que ser optimistas– llevaría a un grupo de personas hasta nuestro satélite, en una nueva misión tripulada de exploración de la Luna en 2025. Pero hay muchas de las «comodidades» a las que nos hemos acostumbrado desde los últimos viajes lunares en la década de los 70 que habría que resolver. ¿Cómo serían las comunicaciones? ¿Y cómo guiarse en una Luna en la que no hay GPS? ¿Habrá WiFi gratis?
La iniciativa Moonlight: red de satélites GPS y comunicaciones
Aunque la ausencia de toda esa tecnología no impide un viaje lunar –hace más de cincuenta años no existían el GPS, casi ni internet y las comunicaciones eran por radio– sí que se facilitarían muchas cosas. Por eso la ESA quiere colaborar con su Iniciativa Moonlight («Luz de Luna») que plantea la colaboración de empresas públicas y privadas para dotar a la luna de un sistema de navegación GPS fiable y una red de comunicaciones adecuada a los tiempos que corren, entre otras cosas.
Estas infraestructuras lunares no sólo las usarían los astronautas de las misiones Artemisa; también quedarían instaladas para los rovers de exploración, las bases permanentes que pudieran instalarse en nuestro satélite y los vehículos con los que se exploraran los alrededores de los lugares de aterrizaje. De hecho, comenzaría dando soporte a los rovers autónomos que llegarán pronto a las zonas cercanas al polo sur lunar. Para todos estos exploradores, ya sean robóticos o humanos, conocer su posición exacta en tiempo real es más que importante.
Una de las ideas es lanzar tres o cuatro satélites en un cohete y situarlos en la órbita lunar en posiciones estratégicas, formando una pequeña constelación. No sería una red tan tupida como la del GPS terrestre, pero suficiente para cubrir en todo momento la zona del Polo Sur donde se plantea que se desarrollen las misiones de exploración: es donde hay más luz solar y el hielo de las inmediaciones resulta interesante.
Estos satélites, además, actuarían de repetidores, conectándose a unos 400.000 kilometros de distancia con los de la Tierra y sirviendo de canal de comunicaciones estables con mayor ancho de banda. La NASA consiguió hace años transmitir a unos 100 Mbps con el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), un orbitador lunar. Y el telescopio James Webb, situado en el punto L2 de Lagrange, a casi el triple de distancia de la Luna, cuenta con una conexión de datos a unos 27 Mbps, mejor que en muchas zonas rurales.
Comunicaciones y mucho más
Con la tecnología de un sistema de posicionamiento similar al Galileo europeo o el GPS estadounidense y manejando todo tipo de algoritmos el «GPS lunar» podría ahorrar mucho combustible a las naves que llegaran o despegaran, algo vital en este tipo de empresas. Además permitiría orientarse a los rovers y optimizar la recogida de muestras lunares en todas las misiones.
La ESA está pensando en su aterrizador Argonauta, pero la idea es que la red de comunicaciones sea global y abierta para que cualquiera que vaya allí pueda utilizarla; algo así como llegar a nuevas tierras y que haya «WiFi gratis». Toda una cortesía para un lugar inhóspito que todavía no recibe muchas visitas.
