The Mandalorian es la última serie de Lucasfilm que se puede disfrutar en Disney+, que ya ha completado dos temporadas; todo apunta a que no acabará aquí. Esta nueva epopeya espacial recupera personajes semidesconocidos popularizados a lo largo de toda la saga Star Wars, al tiempo que mantiene a los villanos más tradicionales y ha creado otros nuevos y achuchables principales como el popular «baby Yoda». Pero además de ser una extraña combinación de serie de ciencia-ficción y western, The Mandalorian destaca sobre todo por otro aspecto casi invisible: todo lo que sucede detrás de las cámaras, algo que ha supuesto un salto tecnológico y una pequeña revolución en este tipo de producciones.
Los famosos estudios Industrial Light & Magic (ILM) plantearon inicialmente utilizar una nueva tecnología llamada StageCraft, una curiosa combinación de la más novedosa realidad virtual, control mecánico e imágenes generadas por ordenador en 3D con una de las más viejas tecnologías del séptimo arte: la retroproyección. El resultado fue tan asombroso que a medida que avanzaba la producción los expertos planteaban generar más y más escenas con la nueva tecnología, reemplazando costosos decorados y salidas a exteriores.
La parte primordial de cómo funciona StageCraft la conocemos desde los tiempos del cine en blanco y negro: la retroproyección. Consiste simplemente en proyectar un fondo estático o en movimiento por detrás de los personajes. La cámara los rueda «cómodamente» en el estudio, aunque parezca que van conduciendo un coche, montando a caballo o pilotando una nave espacial. Hitchcock era un experto en esta técnica, que se utilizó a partir de los años 30 principalmente en blanco y negro, pero también llegó al cine en color (recordemos ‘Con la muerte en los talones‘). También se ha usado ocasionalmente en películas más modernas, como ‘2001, una odisea del espacio‘, ‘Alien‘ o ‘Terminator‘. En la última década, películas como ‘Oblivion‘ utilizaron algún tipo de retroproyección más avanzada haciendo uso de pantallas curvas.
Uno de los problemas de la retroproyección es que la imagen proyectada es normalmente plana, de modo que sólo resulta visualmente creíble para fondos que están muy alejados. Si hay objetos en planos más cercanos, el efecto del paralaje desvela el truco. Disney consiguió mejorar este efecto en las películas de animación con su famosa cámara multiplano, situando varias capas de objetos a diferentes distancias y moviéndolas a más o menos velocidad según estuvieran más cerca o lejos.
StageCraft funciona combinando varios de estos principios. En primer lugar, en el estudio se instala la gigantesca pantalla de proyección, y aquí la palabra «gigantesca» es literal: estamos hablando de un video-wall LED a modo de pantalla circular de 270 grados, con 9 metros de altura y casi 23 metros de diámetro. En ese espacio los personajes pueden moverse libremente, al igual que las cámaras.
La magia consiste en que la proyección es como la del escenario virtual de un videojuego en tiempo real, perfectamente adaptada a la iluminación y objetos del escenario, que va ajustándose visualmente según los movimientos de la cámara. De hecho se utiliza el motor de gráficos Unreal Engine 4 típico de los videojuegos; sus creadores también participaron en la producción y tiene la ventaja de que ya cuenta con infinidad de herramientas útiles. Los directores y especialistas en fotografía se convierten de hecho en «directores virtuales» utilizando kits VR más sencillos desde dentro del propio escenario para encuadrarlo todo, recolocando objetos y situando a los personajes en los mejores ángulos.
Los vídeos del «cómo se hizo» de ‘The Mandalorian‘ permiten entender mejor el efecto resultante, que es absolutamente realista para los espectadores: tanto los personajes como los fondos tienen el paralaje correcto y las imágenes de la lejana pantalla de altísima resolución son indistinguibles de la textura de los objetos reales –algo que incluso es así visto en persona, según cuentan quienes trabajan allí. La cámara tiene total libertad de movimientos, que se transmiten con gran precisión a los equipos de control para recrear instantáneamente los objetos de la proyección 3D en los lugares adecuados. Quienes actúan tan solo tienen que seguir las coreografías y posiciones marcadas para «no salirse del círculo»; de hecho, aunque 23 metros son muchos dicen que eso es lo único que puede llamar la atención a las personas más observadoras: que los personajes «no se alejan demasiado de ciertas posiciones en cada toma».
Los tradicionales cromas verdes también tienen cabida en The Mandalorian, aunque no son tan necesarios como en otras producciones. En lugar de utilizarse para crear los fondos en postproducción (con lo costosos que son en tiempo de recorte y refinamiento para que no se noten), se emplean para ocultar ciertos elementos que luego se reemplazan por otros. El resultado es que en la serie se utilizan muchos menos cromas de lo que sería habitual; casi todo se rueda a la vez. Inicialmente más del 50 por ciento de lo que se ve pantalla estaba rodado dentro del StageCraft; en los últimos episodios es incluso mayor.
Las posibilidades del StageCraft de ILM son tan grandes que ya están construyendo al menos tres estudios del mismo tipo para otras producciones. Quienes han trabajado con él destacan la agilidad, el poder pasar de una toma a otra en menos de media hora, y la flexibilidad de poder modificar sobre la marcha el escenario e incluso la «geografía», como quien esculpe un nuevo mundo en 3D. Con una tecnología que permite recrear mundos virtuales en menos tiempo y de una forma notablemente más barata parece que las producciones «estilo StageCraft» tendrán vida durante largo tiempo. «Ese es el camino», que diría el mandaloriano.