Bajo el título de «Portal: un puente para un planeta unido» un equipo de artistas y técnicos de la Fundación Benediktas Gylys, dedicada a la difusión de la ciencia, la creatividad y la tolerancia, están instalando con el apoyo de las oficinas de turismo de algunas ciudades un llamativo montaje que permite ver a través de una especie de «portal cósmico» a personas de otra ciudad, como si estuvieran allí. La instalación con forma de anillo gigante, un poco a lo ‘Stargate‘ hace las veces de visor circular y mediante un ingenioso sistema de pantallas, cámaras y comunicación conecta una ciudad con otra en tiempo real.
Para los viandantes y curiosos, el portal es una especie de videoconferencia venida a más, pero que se integra a la perfección con el entorno. En la inspiración artística reconocen que ha habido diversas fuentes de la ciencia ficción.
La primera de las instalaciones conecta Vilna (Lituania) con Lublin (Polonia) y ya están preparando otros portales en Reikiavik (Islandia) y Londres (Inglaterra) para hacer de la iniciativa algo más global.
El portal tiene su punto de «magia tecnológica»: lo que se ve «al otro lado» proviene de otra ciudad a cientos de kilómetros, está en otro país y en otro idioma, aunque las personas del otro lado parece que estuvieran justo detrás. En cada ciudad se ha buscado un entorno similar aunque sean diferentes; en Vilna es la estación de tren, mientras que en Lublin es una de sus grandes plazas.
La idea pretende romper un poco con la tradición de las barreras que separan a la gente en el clásico «nosotros» y «ellos», algo que se produce debido a las fronteras, del idioma y todo tipo de perjuicios. A través del portal los viandantes pueden verse, hablar e interactuar; hay quien se pone a bailar para regocijo de quienes están al otro lado, o quien simplemente saluda a la cámara.
Este tipo de iniciativas siempre dejan entrever algo de lo que muchas veces no es consciente la gente. En este caso, el hecho de que aunque incluso quienes se consideran juntos por un bien común –consideremos el caso de la Unión Europea– están separados por otro motivos, ya sea la distancia o el idioma. Pero también que hay soluciones tecnológicas para salvar esas barreras y distancias. El portal resulta gratis para los viandantes, que pueden entretenerse un buen rato mirando o incluso, si tienen suerte, contactar con alguien a quien conozcan. Acerca a las personas y redefine la forma en que nos vemos. Algo en lo que la tecnología tiene mucho que decir, pero que a veces requiere de un toque artístico.
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