Dentro de las opciones para avanzar en la electrificación contamos hay todo tipo de fuentes de energía que poco a poco se van abriendo camino: la fotovoltaica, la eólica, la hídrica, la geotérmica… Entre ellas la mareomotriz puede ser con el tiempo una de las más destacadas: la utilización de la energía de las mareas de una forma limpia y renovable. Trasladando la electricidad generada desde el interior del mar a la costa se puede alimentar la red eléctrica y luego utilizar esa electricidad para todo tipo de usos convencionales: iluminar carreteras, alimentar viviendas o recargar vehículos.
La empresa Orbital Marine Power, ha anunciado la entrada en funcionamiento la O2, una turbina mareomotriz que «zarpó» del puerto de Dundee a finales de abril para ser instalada en el archipiélago de las islas Orcadas, al norte de Escocia. La O2 es el resultado de muchos años de investigación y desarrollo de prototipos cuyo objetivo es aprovechar de la forma más eficiente los movimientos de las mareas para hacer girar dos gigantescas aspas submarinas y generar electricidad.
La base del funcionamiento de este tipo de turbinas son los movimientos de las mareas propiciados por la atracción gravitatoria que la Luna produce de forma natural. Una solución totalmente limpia y libre de emisiones de CO₂. Lo más interesante, a diferencia de otras fuentes de energía, es que además se comporta de forma predecible, pues las mareas pueden anticiparse con precisión matemática.
A diferencia de otros proyectos mareomotrices que utilizan gigantescas barreras fijas con compuertas móviles –de los que ya hay muchos instalados en varios lugares del mundo– la O2 utiliza dos hélices que quedan por debajo de la superficie del agua. La turbina está anclada al fondo marino mediante cuatro grandes cadenas, lo que garantiza que no moverá de su lugar. Cada una de las dos turbinas puede generar 1 MW de energía, para totalizar 2 MW en conjunto. Este tipo de instalaciones suelen instalarse por decenas en las zonas más propicias para ello gracias a las corrientes y el tráfico marino, sumando así una mayor capacidad.
Es un tipo de instalación es relativamente simple y sin muchas infraestructuras, que además puede llevarse a cabo con embarcaciones poco especializadas y baratas. Pese a ello los preparativos para botar la plataforma y trasladarla a su lugar de anclaje son espectaculares, como suele suceder en este proyectos de megaingeniería. Estamos hablando de una titánica estructura de 680 toneladas con aspas de 10 metros capaces de barrer el equivalente a unos 600 metros cuadrados de superficie de agua.
Una vez instalada, la electricidad generada por la turbina pasa por un alternador para llegar mediante un cable submarino hasta la costa, donde se enchufa a la red eléctrica principal. Según han calculado los fabricantes, los 2 MW que puede genera la O2 serían suficientes para abastecer a unos 2.000 hogares y al mismo tiempo ahorrar 2.200 toneladas de emisiones de CO₂ a la atmósfera. Como incógnitas sólo quedan por ver cómo el paso del tiempo y la corrosión afectan a la instalación y qué tal aguanta las inclemencias del tiempo, algo difícil de prever aunque también está preparada para resistir los diversos embates.
