Conducir con lluvia es algo que nos toca a todos en invierno, en mayor o menor medida. Ya sea porque vivimos en una zona lluviosa, o bien porque nos sorprenda un chaparrón mientras conducimos, existen una serie de precauciones que podemos tener en cuenta para salir airosos del trance con la mayor seguridad.
No hay que olvidar que, en condiciones de lluvia, el riesgo de sufrir un incidente se multiplica de manera natural. Ni siquiera hace falta circular demasiado deprisa para llevarnos un susto, puesto que el peligro puede venir de cualquier elemento externo, sobre todo, de otros vehículos y conductores, ya sean coches, motocicletas o vehículos pesados o de transporte colectivo, incluso por parte de los peatones.
Consejos para conducir con lluvia
Antes de seguir tenemos que decir que hay varias cosas que tener en cuenta cuando cae la lluvia y tenemos que salir en coche. Por un lado, está lo evidente: notaremos menor adherencia con respecto al asfalto seco. En segundo lugar, nuestra visibilidad se verá reducida, más cuanto más intensa sea la precipitación y cuanto más nos acerquemos a la noche. En tercer lugar, la otra cara de la visibilidad también se resiente, porque somos menos visibles para los demás.
Las principales precauciones al conducir con lluvia son las siguientes:
- Es imprescindible aumentar la distancia de seguridad con el resto de vehículos porque se incrementa la distancia de frenado. Por lo tanto, debemos mantenernos más lejos del resto de vehículos por pura precaución. Suele aconsejarse doblar la distancia de seguridad cuando cae la lluvia, a modo de sugerencia.
- Además de aumentar la distancia, es conveniente reducir de la velocidad. Las razones son, básicamente, que empeoran las condiciones del firme y tenemos peor visibilidad. Si nos movemos con menor velocidad, dispondremos de mayor capacidad de reacción.
- Cuando queramos reducir la marcha lo haremos siempre de forma paulatina hasta que el vehículo se detenga. Es recomendable accionar los frenos con suavidad, nunca con brusquedad.
- En caso de aquaplaning, es vital reaccionar con tranquilidad. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, pero debemos saber que cualquier reacción brusca (volantazo, frenada de emergencia, etcétera) puede ser contraproducente. El efecto aquaplaning se produce al atravesar un charco o balsa de agua que el neumático no puede evacuar, bien porque es demasiada cantidad de agua o porque circulamos excesivamente rápidos. En esos casos, se pierde el contacto con la carretera y se pierde el control del vehículo. La clave para salir airosos es reducir la velocidad, nunca frenar y sujetar con firmeza el volante.
- Conducir con dulzura es importante para conducir seguros en la lluvia. Es decir, aceleraciones suaves, frenadas suaves, movimientos del volante tranquilos y precisos.
- La visibilidad es crucial, así que debemos mantener bien limpios todos los cristales, y libres de vaho en el interior. Cuando acumulamos polvo en los cristales, por ejemplo, en el parabrisas, las gotas de lluvia se mezclan con él formando una especie de pasta que perjudica a la visibilidad. La perfecta combinación entre limpiaparabrisas (que estén en buen estado y que se muevan a la velocidad adecuada) y calefacción nos permitirá ver lo mejor posible.
- Encender las luces cortas tanto para ver como para ser visto. Debemos mantenerlas limpias, así como el resto de los faros y pilotos traseros para garantizar que se vean correctamente.
- Evitar las superficies más deslizantes de la calzada, como las marcas viales, los pasos de cebra, etcétera.
- Mantener los neumáticos, los frenos y las suspensiones en perfecto estado.
Conducir de noche y con lluvia implica un grado más de riesgo y menor visibilidad. Todo eso conlleva más estrés para el conductor, que se fatigará más rápidamente. De noche, la lluvia dispersa en cierta medida la luz que emiten nuestros faros y, además, la luz de los coches que vienen en sentido contrario se refleja en las gotas depositadas en el parabrisas.
Si sumamos todas las variables anteriores, se deduce que de noche debemos tratar de aumentar aún más la distancia de seguridad, reducir la velocidad y ser mucho más precavidos. Podríamos decir que el anochecer y el amanecer es cuando es más peligroso conducir con lluvia, por varias razones.
Una de ellas es que podemos tener el sol de frente, algo que se combina con la pérdida progresiva de luz (en el caso del anochecer) con las luces de cruce de los demás vehículos, tanto los que circulan en sentido contrario como los que lo hacen por detrás.
Al amanecer, además, podemos encontrarnos con zonas congeladas, sobre todo en esta época del año, y más aún si ha escampado recientemente y el asfalto sigue humedecido.
En condiciones de lluvia extrema es necesario encender, además de las luces de corto alcance, la luz antiniebla trasera. Recalcamos especialmente el concepto de «lluvia extrema», es decir, lluvias torrenciales o lluvias muy fuertes. En otro caso, la luz antiniebla puede perjudicar la visibilidad de los vehículos que nos preceden.