Todo el mundo coincide en que las posibilidades que abre la realidad virtual son asombrosas. Quien haya probado uno de estos sistemas habrá sentido esa sensación peculiar de estar viendo algo nuevo y diferente, real pero sin ser real, intangible pero que parece que se pueda tocar. Algunos de estos dispositivos, en especial los visores de realidad virtual (head-mounted display) o HMD ofrecen visión en 360 grados, combinación con visualización de las manos e incluso la posibilidad de mejorar las habilidades en el deporte. Pero una cuestión pendiente es: ¿servirán realmente para hacer que nuestro cerebro “aprenda cosas”?
Para averiguar más sobre la relación entre nuestra visión, la realidad virtual/aumentada (VR/AR) y cómo afecta a nuestra memoria y capacidad de aprendizaje y generación de recuerdos unos investigadores japoneses han llevado a cabo diversos experimentos que ahora se han publicado en Frontiers in Psychology. El objetivo era claro: averiguar exactamente cómo y cuánto afecta esta tecnología a la memoria en comparación con las formas “naturales” de asimilar información.
Las pruebas del experimento que llevaron a cabo son relativamente sencillas: dejaron que 40 personas diferentes equipadas con visores HMD vieran una película educativa panorámica que mostraba una introducción y luego unos cuadros de Rubens y otros de Poussin. La mitad de ellos estaban en el llamado modo activo, en el que al mover la cabeza la imagen también se movía y se podía “explorar” en VR (más realista); el modo pasivo en cambio mostraba también en VR una imagen estática, pero era más parecido a ver la televisión o mirar una fotografía. Al terminar todos quienes participaron pasaban un test de memoria.
Los resultados fueron más o menos los mismos en ambos grupos. Pero cuando se repitió el test dos semanas después, tiempo considerado suficiente para que la mera memoria visual a corto plazo se convirtiera en recuerdos a largo plazo, encontraron diferencias notables. Los que habían usado los visores en modo activo recordaban menos detalles que los que los usaron en modo pasivo.
El experimento sugiere que de algún modo el uso de los visores HMD inhibe o disminuye algunas de las funciones que nos permiten aprender de las imágenes y crear recuerdos a más largo plazo. Esto es algo que puede ser irrelevante en ciertas situaciones, pero importante en otras. Quizá no sea importante en el caso de un videojuego casual, pero sería clave si se utilizan visores HMD para enseñar arte en una asignatura o la forma de operar un mecanismo.
Lo más interesante es que los mismos investigadores proponen algunas ideas para mejorar esto. Comprobaron, por ejemplo, que el rendimiento de la memoria mejoraba si la ubicación virtual de la película era la misma habitación en la que se realizaba la prueba de memoria, a diferencia de, por ejemplo, si se utilizaba una sala de un museo. La razón podría ser que el cerebro no tiene que “cambiar de mundo” para asociar los detalles de las imágenes con un contexto. Es lo que llaman “congruencia de la realidad virtual con el mundo real“. De este modo, podría ser más fácil para un atleta, por ejemplo, mejorar su rendimiento si el aprendizaje en VR se realizara en el mismo entorno virtual y real en el que luego tendrá que practicar su deporte.
Foto | VR Model High-Tech (CC) by My name is Yanick; VR (CC) stem.T4L @ Unsplash