Los océanos cubren más del 70% de la superficie del planeta, y su volumen de agua es inmenso. Entre otras muchas cosas, actúan absorbiendo CO₂ del aire que los rodea. Y no es una función baladí: su volumen permite absorber alrededor de un 30% de las emisiones globales. Desempeñan un papel importantísimo en el equilibrio atmosférico, una tarea que también se está viendo amenazada por la emergencia climática en que vivimos.
Adiós, CO₂, adiós
Con el aumento continuo de las emisiones de CO₂ debido a las actividades humanas, los océanos están alcanzando su límite. Es por eso que compañías de todo tipo y todos los tamaños están investigando cómo eliminar ese CO₂ del agua de mar y paliar el problema de una forma u otra. Son empresas de reciente creación (startups), universidades y grandes consorcios que, trabajando con un único objetivo, tienen diferentes formas de atacar el problema.
La ONG Ocean Visions, cuyo trabajo hemos comentado alguna vez, tiene una página de ilustraciones sobre los diversos métodos propuestos por expertos de todo el mundo. Al igual que con el problema de la eliminación de basuras y plásticos, aquí hay una sana competencia por ver quién puede hacerlo mejor, antes, y a gran escala,
El estado de la cuestión es fácil de entender: si los océanos ya absorben CO₂, bastaría con capturarlo y llevarlo a tierra –donde puede tener otras funciones– liberando al océano para seguir absorbiendo más CO₂. Alguna vez hemos explicado cómo la tecnología puede ayudar a eliminar millones de toneladas de CO₂ de la atmósfera, ya sea a base de microalgas, métodos electroquímicos o la recuperación de la alcalinidad oceánica, pues la absorción de CO₂ aumenta la alcalinidad del agua de mar y pone en peligro la biodiversidad, los corales y la cadena alimenticia.
Una de las compañías que apuesta por el método de la captura o eliminación de dióxido de carbono mediante los océanos es Captura Corp. Lo interesante es que su método va un poco más allá que otros similares en los que participan microalgas y macroalgas.
Innovación al servicio de todos

El método de Captura Corp. es en principio tan sencillo como filtrar el CO₂ del agua de mar y volver a arrojarla al océano, limpia de contaminación. El CO₂ se puede entonces llevar «envasado» a tierra para darle otros usos, como fabricar combustibles sintéticos u otros materiales industriales. También se puede enterrar de forma permanente en sitios de almacenamiento subterráneo. Y al verter el agua filtrada al océano se propicia que recupere su equilibrio natural absorbiendo más CO₂ como suele hacerlo.
¿Cuáles son las principales innovaciones que aporta esta solución? Entre otras cosas:
- Emplea electrodiálisis y membranas de alta eficiencia para minimizar el consumo de energía.
- Tiene un funcionamiento adaptable a la energía disponible, aunque sea de origen intermitente (como la fotovoltaica solar).
- Garantiza un impacto medible, al poder cuantificar el CO₂ extraído de forma precisa.
La cuestión energética no es despreciable, pues se necesita mucha electricidad para operar todos los sistemas de electrodiálisis, almacenamiento y movimiento del agua. Por esa razón están diseñados para funcionar con energía de fuentes renovables, e incluso en el caso de la fotovoltaica solar, que no está disponible las 24 horas del día, sigue siendo una opción. El objetivo es que toda la fabricación, componentes y operación sean lo más sostenibles posible.
Pruebas sobre el terreno
Las empresas interesadas en este sector suelen lanzar proyectos piloto con los que comprobar la viabilidad de sus ideas, su operación en condiciones reales y encontrar los principales problemas que puedan surgir. En el caso de Captura Corp. prepararon un programa de «pilotos acelerados» para eliminar cantidades cada vez mayores de CO₂, con el objetivo de comprobar su escalabilidad.
Comenzaron con saltos medibles en «órdenes de magnitud» (esto es: ×10 o ×100 veces respecto a resultados anteriores). En un laboratorio marino de Newport Beach eliminando 1 tonelada de CO₂ en 2022, luego 100 toneladas/año en el Puerto de Los Ángeles y finalmente 1.000 toneladas/año en un parque tecnológico de ciencias oceánicas en Hawai. Uno de los temas pendientes es comprobar cómo afectan este tipo de instalaciones a la biodiversidad marina, algo en lo que ya están trabajando.
El reto sigue ahí
Pero recordemos que se emiten actualmente unos 40.000 millones de toneladas de CO₂ al año en todo el planeta, de los cuales unos 34.000 millones son atribuibles a los combustibles fósiles. Para llevar estos pilotos más allá, el plan es hacerlo aprovechando infraestructuras ya existentes: desalinizadoras o plataformas petrolíferas retiradas, por ejemplo. También prevén la construcción de gigantescas plataformas autónomas que funcionen solo con energía renovable al tiempo que son capaces de eliminar millones de toneladas de CO₂ del agua marina.
Visto el interés que la solución de este problema está despertando en empresas de todo tipo, la esperanza de un futuro mejor también depende de soluciones que transformen otras industrias, como la automovilística, con una transición acelerada hacia los vehículos eléctricos y los sistemas de transporte más limpios. Si se combina esto con las soluciones al cambio climático tendríamos un futuro en el que la movilidad sostenible y el clima estable serían una realidad. La colaboración entre sectores promete un mañana brillante, gracias a tecnologías que apuestan tanto por el progreso como por el cuidado del planeta.