En la Universidad de Illinois, un grupo de investigadores trabaja en la creación de hojas artificiales, un diseño fabricado para imitar la fotosíntesis de las plantas. Si las hojas naturales convierten el dióxido de carbono (CO2) y el agua en energía en forma de carbohidratos, ¿por qué no imitar este proceso para obtener algún tipo de combustible útil a partir de los gases de efecto invernadero que tanto afectan al medio ambiente?
Con esta idea, publicada en la revista Química e Ingeniería Sostenible, los investigadores pretenden sobre todo hacer que los compuestos que hasta ahora funcionaban en “condiciones de laboratorio” (básicamente, CO2 puro, que además debe manejarse en tanques presurizados) funcione en condiciones normales, que es cuando realmente serían útiles en el mundo real.
La forma en que funcionan estas gigantescas “hojas artificiales” combina el CO2 con agua evaporada. El CO2 entra en la hoja y entonces unos materiales fotosintéticos con catalizadores que absorben la luz solar separan el CO2 en agua y oxígeno. Pero para conseguir que el proceso no dependa del CO2 presurizado que se utiliza normalmente en este tipo de reacciones, las hojas artificiales están encapsuladas con unas membranas transparentes de un material especial (resina de amonio) que al tiempo que evapora el agua atrae el CO2 al interior.
El resultado final es que el CO2 se descompone en monóxido de carbono (CO) y oxígeno libre: con el primero se pueden crear diversos tipos de combustibles sintéticos y el segundo simplemente se libera a la atmósfera. Otra gran diferencia es que es diez veces más eficiente que los sistemas tradicionales.
¿A qué escala pueden funcionar estas hojas? Cada una mide 170 cm de largo y 20 cm de ancho, así que son casi tan grandes como una persona, pero a la vez extremadamente delgadas, y se pueden usar en el exterior, como las plantas o los árboles. Según los cálculos con 360 de estas hojas cubriendo unos 500 metros cuadrados de superficie se podrían reducir los niveles de CO2 un 10 por ciento en un radio de unos 100 metros durante un día.
La fotosíntesis artificial es un terreno de investigación especialmente llamativo, que en palabras del mismísimo Bill Gates, fundador de Microsoft,:
Si funcionara sería realmente mágico: es un terreno de investigación arriesgado pero que podría tener un gran impacto en el futuro de tener éxito