Una ilusión óptica es, básicamente, una imagen que se percibe visualmente y que es diferente de la realidad objetiva. Se suele decir que se engaña al ojo cuando reconocemos una ilusión óptica aunque en realidad se engaña el cerebro: la relación entre lo que el ojo percibe y lo que el cerebro procesa no producen el mismo resultado.
Existen centenares de ejemplos de ilusiones ópticas. Se puede considerar ilusión óptica a los espejismos, que son resultado de la refracción de la luz bajo ciertas circunstancias, pero las que vamos a comentar hoy confunden al cerebro por sus propias características. Hace no mucho tiempo alguien recuperó una ilusión muy interesante que apareció por primera vez en el año 2000.
En ella se pueden apreciar líneas horizontales, verticales y diagonales que se intercalan. En algunas de las intersecciones hay puntos negros y la cuestión es que no es posible verlos todos a la vez. Desaparecen de nuestro campo de visión de forma que, con suerte, podemos llegar a ver seis de ellos… pero nunca los doce. Se trata de una versión de las ilusiones de cuadrícula, de las cuales una de las más famosas es la cuadrícula de Hermann (no existen puntos en las intersecciones, pero nosotros los vemos).
Las ilusiones ópticas pueden ser de varios tipos, principalmente cuatro cuando no hablamos de ilusiones patológicas. Por un lado están las ilusiones ambigüas, que son dibujos u objetos que según cómo se miren percibimos una u otra interpretación. Hay muchos ejemplos famosos, por ejemplo, este mismo:
Ilustración por John smithson 2007 en la Wikipedia Inglesa.
Las ilusiones óptico-geométricas o distorsionadoras se caracterizan por distorsiones en el tamaño, longitud, posición o curvatura. Un ejemplo muy claro de esto es la denominada ilusión ‘Café wall‘, en la que nos parece observar que las líneas horizontales que la componen están torcidas de alguna manera, cuando son perfectamente paralelas.
Otras ilusiones muy conocidas son las ilusiones de paradoja, como las famosas escaleras de Penrose, una figura que, a tramos, es perfectamente creíble, pero que en conjunto es totalmente inconsistente. Otro caso es el triangulo de Penrose (de nuevo), en el que se visualiza un objeto imposible a todas luces.
Autor: Chylld – CC BY-SA 3.0
Finalmente se suele hablar de ilusiones ficticias cuando percibimos una figura que en realidad no forma parte de la imagen de estímulo, por ejemplo, los triángulos de Kanizsa. En estas ilusiones percibimos una forma que no existe, simplemente se nos sugiere por medio de otras formas dispuestas de cierta forma.
Las ilusiones ópticas son geniales en el cine
El Señor de los Anillos es, sin duda, el ejemplo reciente más importante para mostrar cómo el buen uso de una ilusión óptica hace prescindibles los efectos CGI para completar una escena. Gandalf el mago es un humano, en la película, y es mucho más grande que Frodo, el hobbit. Pero los actores son humanos, así que se recurre a la habitación de Ames para hacernos creer que ambos personajes son, en realidad, muy diferentes en tamaño. Básicamente se trata de colocar a los actores en lugares diferentes de manera que, vistos desde un ángulo concreto de cámara, parezca que están sentados uno al lado del otro, en el mismo plano:
Las ilusiones ópticas son fascinantes, y si quieres pasar un gran rato explorando propuestas y experimentando con ellas, te recomendamos esta web (muy de los años 90, por cierto) en la que tienes clasificados y explicados muchos experimentos visuales.
