La suspensión es una parte crucial de la seguridad de un coche, junto a los frenos y los neumáticos. Hablamos del sistema que se encarga de absorber los impactos, originados por el terreno, que el vehículo sufre en su trayecto, manteniendo estable la carrocería y haciendo que la conducción sea suave, y sobre todo cómoda, para todos los ocupantes del coche.
¿Qué es la suspensión de un coche?
La suspensión de un coche es el conjunto de elementos que conectan las ruedas con el chasis del vehículo, a la vez que absorbe las irregularidades del asfalto, garantizando tanto la estabilidad del vehículo como la seguridad de sus ocupantes. El sistema de suspensión forma parte, por tanto, de los elementos de seguridad activa de un coche.
Partes del sistema de suspensión
Los principales elementos de un sistema de suspensión son los amortiguadores y los muelles o resortes. Hay diferentes tipos de muelles, entre ellos de ballesta o neumáticos, aunque el más habitual es el muelle helicoidal, que tiene la típica forma, enrollada en espiral, que a todos nos viene a la mente al pensar en un muelle. El muelle es el elemento que, en primera instancia, se comprime absorbiendo el impacto, para posteriormente volver a expandirse.
A continuación entran en juego los amortiguadores, elemento crucial en la suspensión. Un amortiguador consta de dos tubos de acero, uno dentro del otro. El tubo exterior, o de reserva, generalmente lleno de aceite (o de gas), y el tubo interno, también llamado tubo de compresión. La función del amortiguador es, valga la redundancia, amortiguar el ciclo de compresión-expansión del muelle, o dicho de otra forma, absorber su fuerza de reacción. La viscosidad del aceite o la presión del gas es lo que absorbe y ralentiza el rebote del muelle.
Hay quien considera a los neumáticos como parte de la suspensión de un coche, cuando en sentido estricto no lo son, aunque sí es cierto que juegan su papel en la absorción de impactos. Lo que sí es un hecho, como veremos, es que si observamos un desgaste irregular en nuestras ruedas, esto debe ponernos sobre aviso de que es el momento de revisar la suspensión del coche.
Tipos de suspensión
Se pueden dividir en tres tipos. Por un lado, podemos encontrar la suspensión rígida, que era la más habitual en coches antiguos, aunque también se puede encontrar en vehículos todoterreno. Sería más eficaz en terreno irregular, aunque más incómoda e inestable. Las dos ruedas, delanteras o traseras, están unidas por un eje, con un muelle helicoidal en cada extremo.
En la suspensión independiente, cada rueda tiene su propio sistema de suspensión, así que absorbe las irregularidades del terreno de forma independiente. Es un sistema más caro, pero que aporta mayor estabilidad. Las hay, a su vez, de diversos tipos, siendo dos de los más conocidos la suspensión McPherson y la Multilink.
Hay opciones intermedias, como la suspensión semirrígida, y también podemos encontrar muchos coches con suspensión independiente delante y rígida en el eje trasero.
¿Para qué sirve la suspensión de un vehículo?
Una de las principales funciones de la suspensión de un coche es facilitar que las cuatro ruedas mantengan firmemente el contacto con el pavimento. Esto permite que el proceso de frenado sea lo más eficiente posible, y adicionalmente evita el desgaste, innecesario e irregular, de los neumáticos y otros elementos del coche.
La reducción del balanceo del vehículo en las diferentes maniobras, por ejemplo en las curvas, proporciona una mayor seguridad. En resumen, la suspensión se encarga de absorber los impactos, por ejemplo los ocasionados por los baches, proporcionando comodidad, estabilidad y seguridad.
¿Cuándo cambiar la suspensión de un coche?
Los amortiguadores, además de ser el elemento principal de la suspensión de un coche, son la parte del mismo más susceptible de desgastarse con el paso del tiempo y el uso, y como consecuencia, perderán efectividad. Con los amortiguadores desgastados el coche no se adapta bien a la carretera, los neumáticos no agarrarán igual y se desgastarán más y percibiremos inestabilidad en el vehículo, por ejemplo, en los baches.
¿Cada cuánto hay que cambiar los amortiguadores? Encontrarás en Internet diferentes cifras, casi todas ellas en torno a los 80.000 kilómetros. Siendo conservadores, lo mejor es cambiarlos a partir de los 65.000 kilómetros o los 4 años de vida, y tal como sugiere el RACE no dejar que superen los 90.000 kilómetros. Es aconsejable hacer una revisión de la suspensión cada 20.000 kilómetros, para comprobar que todo está en orden.
También habrá que cambiar los amortiguadores, y llevar a que se revise el vehículo, si observamos cualquier indicio de que nuestra amortiguación está en malas condiciones. Además de los ya mencionados, desgaste irregular en los neumáticos e inestabilidad en el vehículo, otros síntomas que nos pueden alertar de un problema con nuestros amortiguadores son: ruidos extraños, sacudidas al frenar, que el coche rebote demasiado al pasar por un bache, inclinación excesiva al salir de una curva o fugas de aceite, entre otros.
¿Cuánto cuesta?
El coste de cambiar una pareja de amortiguadores, incluyendo la mano de obra, oscilará entre los 250 y los 400 euros. Y decimos la pareja, porque lo recomendable es cambiar a la vez los dos amortiguadores del mismo eje, el delantero o el trasero. U obviamente, los cuatro amortiguadores del vehículo a la vez.