Uno de los retos que todavía deben superar los coches eléctricos es contar con una tupida red de puntos de recarga que permita enchufarlos allí donde se necesite. Los hogares, oficinas y “electrolineras” son lugares obvios, pero a veces no suficientes. Por eso, las ciudades y algunas empresas especializadas están trabajando en instalar esos puntos en lugares públicos: calles, aparcamientos, carreteras… y a veces en los lugares más insospechados.
Este es el caso de una iniciativa de Liberty Global y Virgin Media en el Reino Unido, que han unido fuerzas para instalar lo que llaman “cabinas de recarga” en Southwark, al sudeste de Londres. De momento es un proyecto piloto con seis instalaciones, pero si la cosa va bien está previsto llevarlo a otras zonas.
Virgin Media cuenta actualmente con 40.000 de estas cabinas, que alojan sus puntos de fibra óptica para conectar vecindarios a alta velocidad a su red de comunicaciones, además de que sirven como puntos de acceso WiFi. La idea es simple: dado que ya cuentan con alimentación eléctrica… ¿Por qué no usarlas también como puntos de recarga para los vehículos eléctricos? A su favor tienen que son cajas relativamente controladas y cercanas a los lugares en los que vive la gente y ya cuentan con alimentación eléctrica.
Que haya una empresa de comunicaciones involucrada como Virgin Media en el proyecto no es casual. Este tipo de empresas, como también es el caso de la alemana Deutsche Telekom, cuentan no sólo con las licencias para esas cabinas, sino también de muchas zonas de paso de cableado (las famosas “zanjas”) que en un momento dado pueden reabrir para instalar postes autónomos si resulta más conveniente, por ejemplo, para situarlos más cerca de los aparcamientos de los vehículos.
Estos puntos de recargas funcionarían como los de Efacec, una de las muchas empresas que se dedican a la instalación de puntos de alimentación eléctrica en zonas públicas. Sus postes cuentan con varias opciones de recarga (normal, rápida e incluso para autobuses; con potencias entre 3,7 y 22 kVA) y sistemas para el pago mediante tarjetas “sin contacto” (RFID).
Otra alternativa interesante es la de Ubricity, una empresa que utiliza principalmente las farolas como puntos de recarga. Lo que hacen es instalar un adaptador especial en las farolas con los permisos del ayuntamiento, para que de este modo se conviertan en puntos de recarga. Los usuarios simplemente aparcan sus coches cerca, conectan el cable y listo.
La de Ubricity es una opción especialmente interesante para ciudades en las que hay que dar cobertura a mucha gente, dado que las farolas están por todas partes, generalmente cerca de las plazas de aparcamiento de la calle y ya tienen alimentación eléctrica. El único problema puede ser el coste final para los usuarios: el cable (que incluye el medidor de consumo) cuesta unos 230 euros, a lo que añadir la electricidad consumida, que la empresa certifica como renovable en origen.