A veces ocurre que mencionamos conceptos como las smart cities, pero las tratamos como algo que sucederá en el futuro. Parecen algo lejano, alejado además de la realidad urbana del día a día, pero en realidad ya existen como concepto y como ciudad física. Hoy veremos ejemplos reales de ciudades inteligentes, además de explicar un poco por qué ubicamos este concepto en el futuro, cuando es susceptible de aplicarse hoy mismo.
En el contexto en el que enmarcamos a las ciudades inteligentes hay que tener en cuenta que se valora la sostenibilidad y todos los planes que contribuyen a un gasto energético eficiente y ajustado, al igual que las políticas de agua, ruidos, gestión del tráfico y todo aquéllo que redunda en el beneficio de las personas que habitan el núcleo urbano. No es una condición sine qua non para una smart city que sea futurista, sino más bien que lleve una gestión eficiente de sus recursos y desperdicios.
Las smart city son desarrollos urbanos basados en la sostenibilidad y la movilidad sostenible
Es un concepto mucho más complejo de lo que parece a primera vista porque entran en juego diferentes realidades, e incluso podemos decir que cada smart city está construida a partir de smart buildings (edificios inteligentes) y otras células de tamaño más reducido que componen a su vez a aquellos edificios. Contarán con una smart grid, la red eléctrica inteligente y adaptable que no desperdiciará el consumo, y una buena cantidad de otras iniciativas como el tratamiento de residuos o potenciar las zonas verdes.
Estas son smart cities que existen en la actualidad
Copenhage es una de las ciudades más “verdes” de Europa y no es para menos: en 2014 fue galardonada con el Premio Capital Verde Europea, y se encuentra entre las primeras en el ranking de ciudades del mundo donde mejor se vive.
La gestión inteligente del agua, sobre todo en el sentido de evitar las pérdidas al máximo; la introducción de la energía eólica como una fuente de energía alternativa real, con planes de que dicha fuente suponga el 50% de su producción anual en 2020; sus políticas de tráfico, que potencian el uso de medios de transporte verdes como la bicicleta, o la reducción de la huella de carbono de la calefacción, gracias a un ingenioso sistema, son sus características más destacadas.
En Melbourne, otra smart city, disponen de un proyecto llamado 1200 buildings, que consiste en promover la reforma de 1200 edificios contaminantes (la mayoría son fábricas) para reducir sus emisiones. Además cuenta con un sistema de transporte público denominado Skybus Super Shuttle que reduce sensiblemente las emisiones de CO2. En Melbourne se han propuesto un objetivo ambicioso: 0% de emisiones contaminantes en 2020.
La ciudad de Búzios, en Brasil, es el referente en cuanto a consumo energético en sudamérica. Disponen de un plan de recogida de residuos que incluye incentivos para animar a la gente a que participe, y además cuenta con una red eléctrica inteligente para una mejor gestión del gasto eléctrico, y una flota de vehículos eléctricos que fomenta la movilidad sostenible.
En Asia, Singapur es un ejemplo perfecto de smart city moderna, y cuenta con multitud de proyectos orientados a mejorar la eficiencia energética, como por ejemplo LIVE Singapore!, que hace buen uso del Big Data a partir de los datos recogidos por miles de sensores repartidos por la ciudad estado, y que pretende mejorar la vida de sus habitantes.
Además, el plan iN2015 (Intelligent Nation 2015) se impulsó para involucrar a las TIC y poder así afrontar procesos de transformación en todos los niveles de sociedad.
Y hay aun más ejemplos: Málaga, Barcelona, Vancouver o Ciudad del Cabo son ciudades comprometidas con la sostenibilidad y la movilidad inteligente. Gracias a estos ejemplos es posible que el avance de las ciudades inteligentes sea más rápido, y lo que es más importante, que se empiecen a ver sus resultados, algo muy importante para que más urbes se sumen al “movimiento”.