Pensar en un túnel submarino y flotante por el que miles de coches y otros vehículos se pudiesen desplazar a diario suena casi a ciencia ficción, pero en Noruega llevan años pensándolo seriamente. Los fiordos forman uno de los paisajes más arrebatadores del planeta, pero a la hora de la verdad son un impedimento bastante engorroso para ir de un punto A a otro punto B que en línea recta estaría a pocos minutos, pero que por carretera está realmente lejos.
De hecho, si quisiéramos recorrer los casi 1.100 km que separan Kristiansand de Trondheim (de sur a norte, o viceversa), necesitaríamos más de 21 horas, por la configuración de las carreteras y la orografía. Eso significa que la velocidad media sería de unos 50 km/h, aproximadamente. Las sinuosas carreteras, enmarcadas en el maravilloso paisaje, no invitan a hacer estos viajes con frecuencia, sobre todo cuando implican, en su mayoría, trayectos en ferry. Todavía más lento: si existiese un túnel como el que vamos a ver, el trayecto se reduciría a la mitad de tiempo.
Sin embargo, si un túnel o un puente cruzase los fiordos más importantes, todo sería más fácil. El Sognefjord es uno de ellos, y para alcanzar la otra orilla el viaje se hace eterno. Es un fiordo de casi un kilómetro de anchura y más de un kilómetro de profundidad, y el recorrido por su contorno desmoraliza en cuanto al tiempo invertido. Todavía no se sabe si el “túnel sumergido flotante” es la mejor opción, pero el proyecto se estima en más de 20.000 millones de euros y se fecha en 2035. Serían dos tubos parejos que estarían unidos y unos gigantescos pontones en la superficie lo mantendrían a flote.
La idea de transitar por un túnel que flota a decenas de metros de la superficie, pero sobre cientos de metros de agua, parece algo incómoda. La sensación, según cuentan sus diseñadores, no será diferente a la de circular por otro túnel cualquiera, pero sabremos que la estructura está flotando bajo el agua. No será lo mismo que saber que circulamos por debajo del Canal de la Mancha, cuyo túnel está excavado en el suelo, al fin y al cabo.
Como solución al transporte sería perfecta, porque además de mantener la estética de los fiordos, permitiría el tránsito de barcos sin problema. Por otro lado, las dificultades son enormes, sobre todo en cuanto al mantenimiento de la estructura, o las soluciones de evacuación en caso de problemas, por no mencionar los cálculos que se necesitan para saber a qué tipo de viento y olas estaría expuesta una estructura flotante sumergida, y cómo las corrientes en los diferentes fiordos podrían afectar a su movimiento.
Todo un reto.
Vía | Wired