Técnicos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica estaduinidense (NOAA) trabajan ya en el despliegue para este año de un conjunto de drones marinos, aéreos y submarinos a gran escala en el Océano Atlántico. El objetivo es monitorizar los vientos, el agua del mar y aprender a anticipar los próximos huracanes, mejorando así la seguridad de las zonas costeras que se ven tradicionalmente afectadas por estos poderosos vientos.
Todo tipo de drones marinos
Los drones que se van a utilizar son sistemas no tripulados de diversos tipos, desde los que viajan por el aire a los que están en la superficie del mar e incluso algunos de ellos submarinos. Suelen ser pequeños y se van a lanzar decenas de cada tipo de ellos. Algunos de ellos son estos:
- Drones S0, Andruil y Dragoon – Pequeños drones voladores de Black Swift Technologies con sensores para medir la temperatura, presión atmosférica y humedad.
- Streamsondes – Una sonda ligera de Skyfora para las mediciones atmosféricas, que se utiliza para medir los vientos.
- Saildrones – Drones submarinos y de superficie de la empresa del mismo nombre, que ya se han utilizado en otras ocasiones y recogen datos tales como la temperatura y salinidad del agua.
Todo esto se une a los medios convencionales que ha venido usando la NOAA en las últimas décadas, incluyendo boyas, aviones con equipamiento de última tecnología e instrumentos para medir la temperatura del mar, la velocidad del viento y las imágenes mediante radar.
Algunos de estos instrumentos guardan sus datos para compartirlos con la Organización Meteorológica Internacional, para que sus datos puedan ser utilizados por cualquier entidad que lo necesite. Otros hacen uso de las comunicaciones vía satélite para tener la información lo más actualizada posible.
¿Qué se puede predecir mejor con estos dispositivos?
Los procesos asociados a los huracanes son como los de la meteorología en general: caóticos y difíciles de «afinar» a largo plazo. Aun así, cuantos más datos hay disponibles, mejor se comportan los modelos matemáticos y si se añade nueva información que antes no estuviera disponible (por ejemplo, la cantidad de lluvia que cae sobre ciertas zonas del mar en un momento dado) son susceptibles de mejora. Así avanza la ciencia.
Entre las funciones de estos sistemas que se espera que mejoren están:
- Predicción de las trayectorias – Una mayor precisión a la hora de saber por qué zonas va a pasar o dónde va a hacer contacto con tierra un huracán puede ser muy importante de cara a los preparativos y avisos de emergencia en los lugares afectados.
- Intensidad – Como no es lo mismo un huracán de fuerza 1 que otro de fuerza 5, poder afinar en este aspecto permite también prepararse en las zonas de impacto de forma apropiada, incluyendo las evacuaciones en los casos más extremos.
- Cambios rápidos – A veces los huracanes toman fuerza y se intensifican de manera repentina; saber si se está viviendo uno de estos episodios puede ser importante para valorar mejor la amenaza.
- Estructura de las tormentas – En los huracanes y las zonas aledañas afectadas de fuertes tormentas es clave entender mejor cuál es su estructura para planificar si habrá zonas afectadas, por ejemplo, por fuertes lluvias debidas a la configuración específica de cada caso.
- Condiciones de formación – Entendiendo mejor cómo son los cambios de temperatura y salinidad a diferentes profundidades (hasta los 1.000 metros), junto con los movimientos y altura de las olas y otros factores se espera comprender mejor cuáles son los factores decisivos para la formación de los huracanes de cara a predecir su formación con mayor anticipación.
Con toda esta información alimentando los modelos matemáticos de los grandes ordenadores de la NOAA se espera mejorar la anticipación ante un fenómeno tan habitual como destructivo. Ya sea volando dentro del «ojo del huracán» o descendiendo a las profundidades marinas, todos estos drones jugarán un papel clave en el futuro y podrán mejorar nuestro entendimiento de estos fenómenos de la naturaleza.
Fotos | NOAA, Saildrone