La electrificación es el futuro de la automoción. La búsqueda de la eficiencia de combustible no deja de empujar la innovación hacia nuevas fronteras, y con ello es posible reducir el consumo de combustibles fósiles en la fase de conducción. Pero, ¿será posible reducir el consumo de este tipo de carburantes de manera global, incluyendo las fases de generación de energía eléctrica? Según un estudio de Barclays, sí, será posible a partir de 2025.
La clave de todo esto es que el vehículo híbrido y el 100% eléctrico, además de la cada vez más alta eficiencia de combustible que se obtiene en motores térmicos conseguirán reducir la demanda de barriles de petróleo a nivel global en más de 3,5 millones de barriles diarios, en 2025.
Si la cuota de mercado de los vehículos eléctricos supera un tercio del total en 2040, se estima que el ahorro en barriles de crudo se elevaría a 9 millones diarios, aproximadamente el 90% de la producción diaria de Arabia Saudí. La reducción de estos millones de barriles diarios librarían a la atmósfera de miles de millones de toneladas de CO2 (habida cuenta de que un barril de crudo equivale a unas 430 toneladas de CO2 en emisiones), pero ante este dato cabe preguntarse: ¿se ha tenido en cuenta el combustible necesario para generar la electricidad que demandarán esos mismos coches eléctricos? ¿Se ha tenido en cuenta el impacto medioambiental de la fabricación de las baterías de los coches eléctricos?
La respuesta es compleja de valorar: no la conocemos con exactitud, pero podemos intuir que sí se tiene en cuenta la fabricación de baterías o la generación de energía. Por otro lado, existe cierta confianza en que el futuro cercano debería ver un repunte de la energía nuclear como generadora de electricidad con cero emisiones (como destacaban en Forbes o en la web Phys.org). La electricidad generada en las centrales nucleares supone actualmente el 11% de la producción global.
Tampoco debemos dejar de considerar otras fuentes de energía como las renovables (solar o eólica), pero todavía están lejos de producir la cantidad suficiente de energía como para ser actores relevantes en el panorama global. Los impuestos y la legislación actual suponen en cierta medida un freno al progreso de estas energías limpias en determinados países (como el famoso impuesto al sol que tenemos en España).
Cómo la eficiencia de combustible reduce por sí misma la demanda de crudo
El caso es que, sea como sea, el progresivo aumento de eficiencia en los motores térmicos, que consumen cada vez menos combustible por unidad de masa, o la innovación en materiales, que da como resultado coches más ligeros, repercuten de manera positiva en la demanda de crudo. Cada vez, los motores térmicos consumen menos y producen menos emisiones contaminantes.
Hemos de sumar los cada vez más eficientes mapas de motor y otros sistemas como el Start & Stop, que permiten consumir menos combustible sin perder prestaciones en exceso para el conductor medio.
Si a esto unimos el progresivo crecimiento del mercado de los eléctricos, o iniciativas como la de Volvo Cars de fabricar coches con al menos un motor eléctrico a partir de 2019, estamos en el camino correcto para reducir las demandas de crudo.
Tampoco debemos olvidar las prohibiciones de uso de vehículos de combustión interna exclusiva en ciertos países y situaciones, como por ejemplo en Francia, Alemania o Reino Unido, e incluso estados como California lo están estudiando. Ya sea mediante la prohibición total, o bien a través de restricciones de acceso a los centros urbanos de los vehículos contaminantes, el resultado es similar: el ahorro sin precedentes de grandes cantidades de combustible, y la reducción en las emisiones de efecto invernadero.
El futuro esta enel motor de aire comprimido.